El 18 de febrero se celebra la festividad del beato Juan da Fiesole.
Nació en Vicchio del Mugello en Toscana a finales del siglo XIV, desde joven mostró una especial predisposición para el dibujo y la miniatura. Insistente se hizo en el ánimo del joven ese anhelo por lo bello, que en un primer momento lo había llevado a seguir su innato talento artístico, y que con el pasar de los años lo llevó a percibir una clara llamada a consagrar su vida a Dios mismo, a aquel que es la Belleza suma.
Junto a su hermano Benedicto entró al convento dominico de Fiesole: oración, estudio y austeridad afinaron su espíritu y el pincel de Fray Juan conduciéndolo a traducir en imágenes llenas de humanidad y misticismo el fruto de su oracion profundamente afectuosa y contemplativa.
En el Angélico, así lo llamó por primera vez Fray Domingo da Corella en 1469, no hay más antítesis entre humanidad y divinidad, cuerpo y espíritu, fe y razón: la dulzura, la gracia, la bienaventuranza de las figuras nacidas sin titubeos de su pincel revelaban una perfecta unión entre humanismo y religiosidad.
Entre 1448 y 1450 fue nombrado prior de San Domingo en Fiesole, un rol que asumió con humildad y espíritu de servicio. Rechazó siempre el poder, la riqueza y la fama, incluso cuando, sin dudar un momento, rechazó la sede episcopal de Florencia que le propuso el Papa Parentucelli. Murió el 18 de febrero de 1455 en el convento de Santa María sopra Minerva en Roma. En la antigua Basílica se encuentran todavía sus restos mortales y son muchos los peregrinos que cada año van a orar ante su tumba. Fue san Juan Pablo II quien le concedió el culto litúrgico como “beato” el 2 de octubre de 1982. Así reconoció oficialmente su fama de santidad testimoniada durante muchos siglos. En 1984, el mismo Juan Pablo II lo proclamó Patrono Universal de los Artistas.