El 29 de agosto se celebra la festividad de santa Sabina, romana, en su iglesia del aventino.
Santa Sabina vivió en el siglo II. Era una noble romana que fue decapitada por odio a su fe cristiana. Según las informaciones que han llegado hasta nuestros días, era la esposa del senador Valentino, y se convirtió al cristianismo por influencia de la esclava Serapia.
Serapia y Sabina bajaban juntas de noche a las catacumbas, donde se reunían clandestinamente los cristianos para escapar de las persecuciones. El siglo II después de Cristo fue uno de los periodos más sangrientos para las comunidades cristianas, que eran continuamente objeto de violencias y abusos. Cuando Serapia fue capturada y torturada hasta la muerte, Sabina salió al descubierto. Fue llevada ante el prefecto Elpidio, que la presionó para que abjurara. Sin embargo, ella no dudó en rechazar esta posibilidad, reafirmando su sólida fe en Jesucristo, y fue condenada a muerte por decapitación. Su martirio ocurrió cerca del año 120.
Las reliquias de las dos mártires se encuentran en la Basílica romana de Santa Sabina en el Aventino, fundada en entre el 422 y el 432 por Pedro de Illiria, sobre los restos de un antiguo Titulus Sabinae. Esta basílica es la primera estación cuaresmal: en ella, los Pontífices pronuncian sus homilías los Miércoles de ceniza. Santo Domingo fundó allí su orden en el 1219. Uno de los dominicos más célebres, Santo Tomás de Aquino, dio clases en el convento adjunto a la basílica.
Santa Sabina es representada con un libro, una palma y una corona, siguiendo una de sus primeras representaciones (del siglo VI) en la iglesia de san Apolinar Nuevo, en la ciudad italiana de Rávena.