El 16 de febrero celebramos la festividad de Santa Juliana, virgen y mártir de Nicomedia.
Juliana nació en el 285 en Nicomedia; su padre, Africano, era un pagano que llegó a convertirse en perseguidor de los cristianos y su madre era agnóstica. En su tierra conoció a un enardecido predicador en una calle de su ciudad e inmediatamente había decidido convertirse al cristianismo. Juliana se hace bautizar en secreto y se entregó enteramente a Cristo, desechando el matrimonio.
En la persecución de Maximiano, el joven senador Eleusio quiso casarse con Juliana y el padre concertó el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad. Ésta recibió al pretendiente pero, cuando se concretaron los acuerdos matrimoniales, puso la condición de que no lo aceptaría hasta que no llegara a ser juez y prefecto de la ciudad. Pero el joven lo logró, por lo que ella le puso otra condición: hacerse cristiano.
Ante esto, Eleusio puso al padre al corriente y éste la azotó. Eleusio la sometió a varios tipos de tortura, en una de las cuales Satanás se le apareció a la santa como un ángel de luz con el propósito de persuadirla de que todo a lo que había renunciado en este mundo era bueno. Ella sospechó por el mal olor que provenía de él y lo ató con una cadena oxidada cadena.
El 16 de febrero del año 304, en su decimoctavo cumpleaños, fue arrastrada una vez más al patio de la prisión y supo que iba a morir. Juliana se arrodilló en el suelo y fue decapitada