El 1 de diciembre se celebra la festividad de san Charles de Focauld.
Charles de Foucauld (1858-1916), un joven rico y artistócrata francés que había perdido a sus padres de niño y su fe en la adolescencia, es un joven cadete en la prestigiosa academia militar de Saint-Cyr y disfruta plenamente de la vida.
Tras graduarse, Charles se embarca en una misión militar y una expedición geográfica a Argelia. Aquí, en el vasto silencio del desierto, entre los nómadas cuyo estilo de vida es tan diferente del suyo, ese vacío que el joven soldado había intentado llenar con los bienes de este mundo comienza a hacerse sentir. Surge en él una pregunta silenciosa y comienza a rezar: “Dios mío, si es cierto que existes, permíteme conocerte”.
En 1886, a su regreso a Francia, el joven de 28 años confió su tormento interior a un sacerdote, quien le sugirió que se confesara, y así lo hizo. Llega la fe y, con ella, las exigencias. “Ve… véndelo todo… ven”: así dice Jesús al joven del Evangelio, a quien mira con amor. Charles siente que la mirada de Jesús se posa en él de la misma manera imprevista e imprevisible que le había sucedido a aquel otro joven rico unos dos mil años antes. Sabe que está llamado a responder a ese amor con su vida.
En 1916, el padre Charles fue asesinado por unos bandidos. Su vida y su solitaria muerte fueron un fuerte “grito” de que el único Dios, misericordioso y benévolo, es el origen y el fin de todo amor.