El 25 de mayo se celebra la festividad de san Beda Venerabile, doctor de la Iglesia. 

Su nacimiento está fechado entre 672 y 673. Se hizo diácono a los 19 años y fue ordenado sacerdote a los 30 años. Dedicó toda su vida al estudio de la Sagrada Escritura y a la enseñanza “semper aut discere aut docere aut scribere”, (siempre aprender o enseñar o escribir), es su único interés y, por eso, sus días están enmarcados en la oración y el canto coral.

Beda debe su grande cultura a la lectura de los libros de las bibliotecas de Wearmouth y Jarrow, por lo que su educación es amplia y articulada y su conocimiento de una vastedad asombrosa. Lee griego y hebreo, se inspira en Cicerón, Virgilio, Lucrecio, Ovidio, Terencio y en particular en los Padres de la Iglesia, especialmente en el estudio de la Biblia. Y así, en sus lecciones, emerge su sabiduría y teología. La didáctica de Beda es una didáctica interdisciplinaria, que explica los Textos Sagrados también a través de autores de la antigüedad pagana y a través del conocimiento científico de su tiempo. Como fruto de su erudición tenemos innumerables escritos teológicos, históricos y científicos, pero también trabajos académicos y pedagógicos. Beda murió el 26 de mayo de 735 en Jarrow donde fue sepultado. En 1022 sus restos fueron trasladados a la catedral de Darham a instancias de Eduardo el Confesor, el penúltimo rey de los anglosajones y rey de Inglaterra. El epíteto “Venerable”, con el que Beda era llamado ya en vida gracias a su reputación de santidad y sabiduría, se difundió muy pronto, tanto que el Concilio de Aquisgrán lo describió como “venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis Beda” (el Venerable y maravilloso doctor de nuestro tiempo Beda). El 13 de noviembre de 1899 León XIII lo declaró Doctor de la Iglesia.