Fecha de publicación: 26 de mayo de 2016

Muy agradecida al Señor de este día, y de este año, que es el Año de la Misericordia, yo veo como el Señor ha tenido Misericordia toda la vida y como me ha mostrado su Amor. Estoy muy contenta, pero es que esa palabra es que se queda corta. Es como lo que explicaba el padre Juanjo de la Santísima Trinidad, cómo poder… pues simplemente decir: “Señor, concédeme poder sumergirme en este misterio y envolverme”, poder ser morada del Espíritu Santo, como la Virgen María, cómo ella es Madre, Esposa… Pues yo veo que eso el Señor ha hecho conmigo hoy, ¿no? Muy contenta de estar aquí, y también de que podáis participar de esta boda.

Yo he visto de verdad como el Señor es un Padre bueno, fiel, que siempre es fiel. Muy agradecida también a mis padres, por su testimonio de fe también, por haber nacido en una familia cristiana, por tener tantos hermanos, a mí que siempre me ha costado tanto trabajo, y he visto que el Señor ha hecho la historia preciosa. Yo cada mañana le digo: Señor, gracias por estar ante tu presencia, por estar en un sitio santo, porque nosotras, bueno, estamos en camino, pero la casa es santa, y aspiro a ser santa. ¿Cómo? El Señor se encarga de hacerlo, porque veo que este amor viene crucificado y veo que ahí es donde realmente yo soy feliz.

Yo que tanto he rechazado el sufrimiento, veo como el Señor me instruye y me enseña esta pedagogía de amor, y que es una pedagogía de amor, de misericordia, de ternura, de fidelidad…

Agradecida también a la Iglesia como Madre que me ha acogido siempre, siempre en su seno y ha puesto mediaciones en su vida, sacerdotes, la comunidad, amigas, amigos… personas que me habéis llevado al Señor, que hoy estoy aquí. Lo primero, porque es una elección del Señor, porque como decía sor Carmela en la munición ambiental, yo venía sedienta cuando hice la experiencia y sedienta de descubrir que era lo que el Señor quería de mí, pero lejos de pensar que querría esto. Y cuando vi que el Señor se me declaraba y vi que esa era el agua que me saciaba, pues pude decir: Señor, que alegría saber tu voluntad y bueno, que en aquel momento me dio miedo, porque yo decía: A mí me gusta la calle, me gusta todo lo que hay… y me decían las hermanas: “Pero bueno, eso es normal, si no fuera así, sería raro”. Y veo cómo el Señor transforma todo, transforma de corazón y dejas una vida preciosa por una vida mucho mejor, muchísimo mejor. Y veo que el Señor da el ciento por uno, y me acerca a vosotros, a mis padres, y como me llega, como que siento la humanidad y nuestra misión.

Contenta también de la misión que el Señor nos da, de poder ser esta luz en medio del mundo que grita, que puede vivir de otra manera, que se puede vivir con estos votos, con la pobreza la castidad, la obediencia, la clausura, que es posible, que no es para gente extraña.

Muy agradecida al Señor, a la comunidad también y hoy también de una manera especial recuerdo a sor María del Carmen, que es una hermana que murió hace tres meses, y también nos dio un testimonio de vida y muchos años de vida religiosa y murió santamente. De verdad que murió, para mí fue un testimonio y para toda la comunidad, muy grande, de poder cumplir esos votos, poder entregárselo todo al Señor con alegría y como Él quisiera, como la amada, ¿no? Esa amada que decía: “Vámonos a la Gloria”, ella decía: Cómo esa amada corre y desea ese encuentro con el Señor. Le pido al Señor que me conceda poder unirme a Él cada día como esposa y poder serle fiel cada día en las pequeñas cosas porque nuestra vida es pequeñita y poderle serle fiel.

Y agradecida también a toda la comunidad, a mis hermanas porque cada una de ellas es un don, como decía nuestra madre Santa Clara, y la fraternidad, pues también nos amamos y “nos amasamos”, muy contenta y muy agradecida. Me siento, de verdad, dichosa por la elección que ha hecho el Señor en mi vida y como nuestra madre Santa Clara decía, decía que había que dar gracias al Padre de las Misericordias, pero el mayor beneficio es el de la vocación. Pues así me siento yo hoy, lo más grande que me ha podido pasar en la vida es que el Señor me llame a ser su esposa en esta vida concreta y nada, que Dios os lo pague a todos por haber venido.

Sor Sara del Amor de Dios