Entrevista a una familia colaboradora de ACCAMP, Asociación sin ánimo de lucro que unifica criterios en los Centros de Protección de Menores, regentados durante décadas por Institutos o Congregaciones religiosas, con presencia en Andalucía.

Almudena Ariza es madre de familia, de Salar, y junto con su marido decidieron incluir a un miembro más a su familia: una menor de 14 años, que comparte con ellos distintos momentos a lo largo de la semana como una más en el núcleo familiar. Lo hicieron a través de la Asociación Católica de Centros Católicos de Ayuda al Menor, una organización sin ánimo de lucro, cuyo fin principal es la defensa de los derechos, y la atención socioeducativa a menores en situación de desprotección, desamparo y/o riesgo social. Esta Asociación nació en 1999 con el deseo de unificar criterios de actuación en los Centros de Protección de Menores, regentados durante décadas por Institutos o Congregaciones religiosas, con presencia en Andalucía.

Entrevistamos a Almudena Ariza, familia colaboradora de ACCAMP.

¿Por qué decidisteis tener entre vosotros a un menor como uno más en la familia?

Nosotros la verdad que en mi familia ya existía una historia de colaboración. Mis padres, de hecho, ya fueron colaboradores de niños que estaban en aquel momento en el centro del Pilar, ahí en Granada. Y bueno, cuando yo ya formé mi propia familia y tal, quisimos seguir un poco con esa acción de colaborar con los niños, porque nos parece, primero, que le hacemos mucho bien a los niños que están en los centros de menores, que han tenido la mala suerte, por decirlo así, de nacer en familias que no podían en ese momento hacerse cargo de ellos. Y es muy importante enseñarles lo que es verdaderamente una familia, una familia normalizada. No una familia en la que ellos han nacido, que, por diferentes circunstancias, a lo mejor no se adapta a lo que sería el concepto real de una familia, que por eso no han podido seguir viviendo con ellos. Como te digo, por el bien que se le hace a ese niño que está en el centro de menores, demostrarles lo que es una familia normalizada, lo que somos: una familia normal y corriente, con nuestros problemas, nuestras ventajas, etc. Y luego también, a nivel personal, una forma de enseñarles a tus propios hijos que a lo mejor hay otros niños que no han tenido tanta suerte como ellos y que hay que ser solidarios y hay que compartir tus juguetes, tu tiempo y dar un poquito de cariño y de amor a otros niños que no han tenido a lo mejor la fortuna que ellos de nacer en una familia donde los padres los quieren y los cuidan.

¿Cuál es vuestra experiencia?

Nuestra experiencia es tanto, yo como hija, de unos padres que ya eran familia colaboradora, y luego, como madre (yo tengo dos niñas) es muy positiva. Yo solamente puedo decir cosas positivas. Primero, el cómo se enriquece tu familia con la llegada de una nueva persona, que muchas veces te muestra otras realidades diferentes. Luego, también hacer cosas. Es como hacer cosas en familia juntos.

Es como un nexo de unión también, porque estando la niña con nosotros procuramos pasar tiempo juntos, tiempo de calidad, jugar, ir al cine, ver una peli en la tele. Tampoco hace falta hacer cosas extraordinarias. Simplemente, lo que nosotros haríamos en nuestro día a día, pero compartirlo con una persona más. Y eso también como familia nos une mucho. Se crean vínculos de cariño con esa persona, con esa niña, que quieras que no, pues también te enriquece a nivel emocional. La verdad que es una experiencia muy bonita y muy satisfactoria.

¿Es la primera vez?

Para nosotros no es la primera vez. Ya tuvimos otra experiencia de colaboración con otros niños, que luego, por circunstancias, o bien volvieron con su familia biológica o bien se trasladaron a otra provincia. Y la verdad que con algunos de los del pasado sí que mantenemos relación y con otros no, porque nuestros caminos han ido por vías diferentes y ya hemos perdido un poco el contacto con ellos.

Es que es una valentía tener en tu propia familia a un miembro más, como uno más de la familia.

Así es, y hacerlo sentir como un hijo más. La verdad que el perfil de familias colaboradoras o el proyecto de familias colaboradoras es un poco fines de semana, vacaciones. Pues eso, mostrarle a un niño o a una niña cómo es la vida de una familia normalizada. Y ya te digo, muy satisfactorio. Yo animo a todo el mundo a que lo haga porque te enriquece mucho también como familia esa experiencia.

Eso te iba a preguntar, Almudena, ¿qué les dirías a esas personas que no se lo han planteado, no conocen esta posibilidad, o algunas que a lo mejor le están dando vueltas al asunto?

Yo lo animaría muchísimo, porque, como os digo, el perfil de familia colaboradora, que ese niño o niña se tenga que venir a vivir a tu casa, son simplemente colaboraciones, como te digo, según tu disponibilidad. Que pueda un fin de semana, estupendo; que pueda una semana en Navidad o dos días en vacaciones. Un poco estar abiertos a la disponibilidad de la familia, porque cada familia tiene el trabajo, la rutina, sus proyectos. Y es verdad que se adaptan totalmente a la disponibilidad que cada familia tenga. No te supone ningún cambio grande en tu dinámica familiar ni en tu vida, pero enriquece muchísimo. Y para los hijos es maravilloso el poder compartir su tiempo con otros niños, su tiempo, sus juguetes, el que vemos en la tele, a qué juego de mesa jugamos. Con otros niños aprenden también lo que es el compartir, la solidaridad y todo eso, que son también valores muy bonitos.

Paqui Pallarés