Señor de la Meditación y María Santísima de los Remedios:
En el Evangelio de San Lucas aparece en varias ocasiones que tu Madre meditaba todas estas cosas en tu corazón, en su interior. Hemos perdido, Señor, esta capacidad de meditar en el corazón, de abrir los ojos a tus maravillas. Huimos espantados del silencio y lo necesitamos para oír tu voz.
Señor de la Meditación, devuélvenos la alegría del amor contemplativo, enséñanos a ser el verdadero “yo” que Tú has puesto en cada uno de nosotros, apártanos de la superficialidad, de nuestra necesidad enfermiza de exteriorización, enséñanos a descubrir que el hombre más comunitario es el hombre interior, ese que donde lo haces partícipe de tu amor infinito por todos los hombres.
Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén
D. Francisco Espigares
Vicario General de la Archidiócesis