Hoy se celebra la historia de una virgen del siglo IX. Era hija de un noble llamado Mariano y de la rica Sedulia, y hermana de Eutropioo, el eminente prelado de Troyes.
Fue aquí en donde ella vivió. Su padre llevaba una vida disipada. Gracias a las advertencias de su hija, cambió de vida y se convirtió en un padre honrado y virtuoso.
Su hermano, que era sacerdote, había renunciado ya a su herencia. De esta manera, Maura disponía de una dote increíble. Prefirió entregarse al Señor antes que un hombre.
Decía tener cuatro novios: san Pedro, san Pablo, san Gervasio y san Protasio. Les rezaba a menudo. Mantenía y sostenía las iglesias a ellos dedicadas.
Socorría a los monjes y monjas en la diversas misiones que llevaban a cabo. Iba los martes y los viernes descalza y de rodillas a sus iglesias. Y esos días tomaba solamente agua.
Prudencio, obispo y biógrafo de Maura, afirma que era muy querida porque hacía muchas curaciones de la vista.