Nació en Darfur, se cree que sobre el año 1869. Creció junto a su familia, formada por tres hermanos y dos hermanas. Su primer trauma vino con el secuestro de una de sus hermanas. Después viene el relato de su propio secuestro: “Cuando aproximadamente tenía nueve años, paseaba con una amiga por el campo y vimos de pronto aparecer a dos extranjeros, de los cuales uno le dijo a mi amiga: ‘Deja a la niña pequeña ir al bosque a buscarme alguna fruta. Mientras, tú puedes continuar tu camino, te alcanzaremos dentro de poco’. Sin sospechar nada obedecí, como siempre hacia. Cuando estaba en el bosque, uno de ellos me agarró fuertemente y el otro sacó un cuchillo con el cual me amenazó diciéndome: ‘Si gritas, morirás! Síguenos!'”.
El nombre de Bakhita significa “afortunada”, y se lo pusieron curiosamente sus mismos captores. En la ciudad de El Obeid fue vendida a cinco distintos amos en el mercado de esclavos. Intentó escapar varias veces, pero no lo consiguió nunca. Uno de sus amos la torturó haciéndole 114 incisiones en su cuerpo, echándoles sal para que no se infectaran.
Su quinto amo la compró en 1882 y la cosa empezó a cambiar. Era un comerciante italiano y acabaron viajando allí. Pronto Bakhita acabó trabajando de niñera para la esposa de un amigo suyo.
Al cabo de un tiempo, esta africana conoce el Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia. Cuando tuvo una experiencia de encuentro con Dios, dijo que Él había permanecido siempre en su corazón, pero no sabía quien era Él hasta ahora. Recibió el Bautismo, primera Comunión y Confirmación el 9 de enero de 1890. En este momento, tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada.
Finalmente logra quedarse como religiosa y abandona a la familia para la que trabajaba, cuando esta se tiene que marchar de Italia. Trabajaba limpiando, cocinando y cuidando de los más pobres. Se le animó a que dejara por escrito su durísima historia en una autobiografía, que escribió por obediencia.
La salud de Bakhita se fue debilitando hacia sus últimos años y tuvo que postrarse a una silla de ruedas. Se dice que le decía la enfermera: “¡Por favor, desatadme las cadenas… es demasiado!”. Falleció el 8 de febrero de 1947 en Schio, aclamando a la Virgen según expiraba. En 1992 fue beatificada por Juan Pablo II.