Se desconoce su fecha de nacimiento. El “Liber Pontificalis” lo sitúa como nativo de África y dice que su padre se llamaba Félix. Esta autoridad, tomando como base el “Catálogo Liberiano”, indica los años 186-197 como el periodo de su episcopado.
Durante los últimos años del emperador Cómodo y los primeros de Septimio Severo, la Iglesia Romana gozó en general de una gran paz externa. La opinión favorable de Cómodo para con los cristianos se adscribe a la influencia de una mujer llamada Marcia. De acuerdo con el testimonio de San Hipólito, había sido presentada por el presbítero Jacinto y estaba muy favorablemente inclinada hacia los cristianos, tal vez incluso ella era cristiana. Un día ella mandó llamar al Papa Víctor al palacio imperial y le pidió una lista de los cristianos romanos que habían sido condenados a trabajos forzados en las minas de Cerdeña, para ella poder obtenerles su libertad. El Papa le entregó la lista y Marcia, habiendo recibido el perdón requerido del emperador, envió al presbítero Jacinto a Cerdeña con una orden de liberación para los confesores cristianos.
San Ireneo señala que los cristianos fueron empleados en este periodo como oficiales de la corte imperial. El emperador protegió a los hombres y mujeres cristianos de rango contra los excesos de la turba pagana y su hijo Caracalla tuvo una ama de cría cristiana. El cristianismo tuvo grandes avances en la capital y también encontró adeptos entre las familias distinguidas por su riqueza y ascendencia noble.
Durante esta época hubo disensiones internas que afectaron a la Iglesia en Roma. La disputa sobre la celebración de la Pascua se agudizó. Los cristianos en Roma, quienes venían de la provincia de Asia, estaban acostumbrados a celebrar la Pascua el decimocuarto día de Nisan, sin importar en qué día de la semana cayese, tal como lo habían hecho en casa. Esta diferencia inevitablemente trajo problemas cuando apareció en la comunidad cristiana de Roma. El Papa Víctor decidió, por lo tanto, unificar la observancia del festival de la Pascua y persuadir a los cuartodecimanos a unirse a la práctica general de la Iglesia. Víctor convocó un encuentro de obispos italianos en Roma, el cual es el primer sínodo romano conocido. Llegaron cartas de todas partes: del sínodo en Palestina, del sínodo del Ponto, de las comunidades de la Galia cuyo obispo era San Ireneo de Lyon, de los obispos del Reino de Osrhoene, también de obispos individuales como Basilio de Corinto. Estas cartas unánimemente informaron que celebraban la Pascua en domingo.
Durante el pontificado de Víctor, un rico cristiano, Teodoto el vendedor de cueros, vino de Constantinopla a Roma y enseñó falsas doctrinas concernientes a Jesucristo, al cual declaró ser sólo un hombre investido del Espíritu Santo, en el bautismo, con poderes sobrenaturales. El Papa condenó esta herejía y excluyó a Teodoto de la Iglesia. Éste, sin embargo, no desistió, sino que, junto con sus seguidores formó un partido cismático, el cual se mantuvo durante un tiempo en Roma. Víctor también puede que haya entrado en contacto con los montanistas.
San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.