Él se ganaba la vida como obrero del campo, y estaba pacíficamente en su trabajo cuando los boxers, tras irrumpir en el pueblo, lo buscaron, pues les habían indicado que se trataba de un cristiano.

Los demás trabajadores que estaban con él rogaron a los boxers que no lo mataran diciéndoles que en adelante ya no lo sería, pero él dijo con todo valor que no estaba dispuesto a renegar de su fe.

Siendo el responsable de los cristianos de la aldea, durante la persecución desencadenada por los seguidores del movimiento Yihetuan, ofreció a los demás, al ser despedazado, un luminoso ejemplo de firmeza cristiana.

Entonces lo ataron a un árbol y le fueron cortando uno a uno sus miembros hasta que murió. Fue canonizado el 1 de octubre del año 2000 por el papa Juan Pablo II.