Nació Martín o Martino de León hacia el año 1120. Su principal biógrafo y coetáneo, Don Lucas de Tuy, sin revelar el verdadero lugar de su nacimiento, se limita a decir que es nacido en nobles nacimientos e hijo de padres muy católicos llamados Juan y Eugenia, que eran de tierra y juridicción de León. Muerta su madre, fue el progenitor quien pidió el ingreso en el Monasterio de San Marcelo de León. Martino acompañó a su padre, preparándose con esmero en la ciencia y en la piedad antes de hacer una opción definitiva.

Madurada su decisión, recibió la Órdenes Sagradas, a lo que se había opuesto sistemáticamente por considerarse indigno. Pasados los años de la niñez, el joven Martino, una vez ordenado subdiácono emprendió numerosos viajes peregrinando a pie y de esta manera visitó Oviedo, Santiago de Compostela, Roma y finalmente Tierra Santa adonde llegó acompañado del judío Benjamín de Tudela. Estuvo dos años en Palestina ejercitando la caridad y realizando estudios.

A su regreso se detuvo en Cosntantinopla donde adquirió una rica casulla con destino a la Iglesia de San Marcelo de León y en su regreso pudo visitar Francia para postrarse ante los cuerpos de San Dionisio en París y de San Martín en Tours.

Ya de vuelta a León el prelado legionense Don Manrique de Lara le ordena sacerdote y más tarde es admitido como canónigo regular en San Marcelo, donde hacía una vida de verdadera observancia y ejemplaridad. Relevados los canónigos de su asistencia a la Iglesia de San Marcelo, se traslada a la Colegiata de San Isidoro, donde es recibido con gran regocijo.

A pesar de su ancianidad se dedicó intensamente a partir del año 1185 a redactar sus escritos, en cuya labor fue ayudado por siete clérigos. Según la biografía de Lucas de Tuy, ocho días antes de morir, Santo Martino, sintiendo que se agravaba la enfermedad que le había ocasionado tantos achaques, mandó llamar a la comunidad para despedirse de ella. Después suplicó al abad que lo bendijera, entregando su alma al Señor el día 12 de enero de 1203.