Se trata de un peregrino de Irlanda, quien luego de abrazar la fe cristiana emprendió un viaje por Europa para trabajar en la evangelización de las comunidades.
Mainbodo viajó por varias localidades predicando la palabra Santa. Llegó a Francia, a la región de Borgoña, en una pequeña población llamada Dampierre. Estando en dicha región, unos ladrones lo asaltaron para robarle sus pertenencias, pues pensaban que se trataba de una persona rica y poderosa, lo apalearon hasta que murió, y enterraron su cuerpo para esconderlo.
Sin embargo, alrededor de este sepulcro improvisado, comenzaron a relatarse milagros y sucesos extraordinarios, llevando a la identificación de los malhechores y al reconocimiento de la tumba del mártir. Mainbodo ya se había ganado fama de santo por su labor de evangelización, su bondad y su servicio a los pobres y necesitados. Sobre su tumba se construyó una iglesia en su honor.
Poco tiempo después comenzó el culto local para este santo, muchos fueron los milagros que se le atribuyeron. Algunas narraciones describen a san Mainbodo como un mártir católico por la trágica forma en la que murió.
Hacia el año 900, el obispo de Besançon, llamado Berengario, hace trasladar desde la iglesia de San Pedro en Dampierre a la ciudad las reliquias de un santo -Maimbodo, Maimboldo, y muchas otras formas-, cuya fiesta se celebraba localmente el 23 de enero, al cual el propio obispo debía una milagrosa cura de la vista, ya que sus enemigos lo habían cegado.