Según la tradición, San Lucas nació en la ciudad de Filipos. Las primeras referencias a su persona están contenidas en las epístolas de San Pablo, en las que se le cita como «colaborador» y como «querido médico». En los Hechos de los Apóstoles, San Lucas habla de sí mismo usando el plural «nosotros». En ese mismo libro aparece acompañando a San Pablo en su segunda misión, en el viaje que éste hizo de Troas a Filipos. Después de permanecer en aquella ciudad por espacio de unos seis años, volvió a acompañar a San Pablo en un viaje a Jerusalén, y nuevamente cuando aquél fue conducido prisionero a Roma.
La tradición lo considera médico de profesión, así como dotado para la pintura; probablemente, sin embargo, tal noticia no es sino la transposición al campo pictórico del arte con que Lucas supo describir a los personajes en sus textos. Su símbolo como evangelista es el toro. Son diversas las versiones sobre su muerte.
El Evangelio de San Lucas es el más extenso de los Evangelios y también es el de expresión y composición literaria más culta y elegante, debido a la preparación cultural de su autor, aunque éste huye del lenguaje clásico para hacerlo más comprensible al pueblo, acomodándose al lenguaje común. Aunque no fue testigo de todos los acontecimientos, su relato es exacto y está lleno de afecto y sentimiento. Después de una breve introducción, Lucas inicia su relato con el nacimiento y los primeros años de la vida de Jesucristo, y lo finaliza con la ascensión de Cristo a los cielos, enlazándolo de esta forma con el versículo inicial de los Hechos de los Apóstoles, obra imprescindible para el conocimiento del cristianismo primitivo.