En la Galia del s. IV sabemos de la historia martirial de San Desiderio, obispo. Este al ver a su grey oprimida por los vándalos se dirigió a su rey para suplicar por ella, pero por orden del monarca fue condenado a muerte. Él tomó ese sacrificio no buscado como una forma de ofrenda justa ante Dios por su pueblo a él confiado.
Su existencia en el siglo IV está garantizada por san Atanasio, que lo indica como participante y firmante del Concilio de Sárdica del 343; su nombre aparece también en las actas del pseudo-concilio de Colonia del 346. San Desiderio ocupa el tercer lugar en la lista de obispos de Langres (Francia), aunque parece que fue originario de las cercanías de Génova, y designado a la sede de Langres de alguna manera milagrosa.
Un clérigo de dicha ciudad, de nombre Varnacario, escribió al inicio del siglo VII un relato del martirio, basándose en tradiciones locales. Según Varnacario, el obispo Desiderio habría sido decapitado durante una invasión de los vándalos guiados por Croco; es posible que haya aquí una cierta confusión en las tradiciones locales, porque Langres tuvo diversas invasiones bárbaras, y la de los Alamanes comandados por el auténtico Croco (298-307) no se corresponde con las fechas de permanencia de Desiderio como obispo de Langres; probablemente se trata de la invasión de los Germanos del 355-57, repelida por el emperador Juliano el Apóstata.
La ciudad de Langres lo recuerda el 19 de enero, aniversario de la traslación de las reliquias, ocurrida en el 1315. Su culto se difundió no sólo en Francia, sino también en Italia, Suiza y Alemania; es el patrono de la ciudad de Langres, y muchas iglesias de la diócesis le están dedicadas; su tumba estaba al cuidado de un priorato benedictino en el centro de la ciudad. En el 1354 se fundó en su honor una célebre confraternidad en la que estuvieron inscriptos reyes y príncipes.