La meditación planteó la conversión en este tiempo de espera; el despertar de los sentidos espirituales, para estar atentos a las gracias del cielo; la humildad para acercarse al sacramento de la Penitencia, único camino para vivir en la verdad; pero, sobre todo, la alegría infundida por San Pablo en la Segunda Lectura del Domingo Gaudete, que es el impulso revitalizador para vivir con esperanza la Primera Venida de Jesucristo, la Navidad. En este breve tiempo que resta hasta el nacimiento de Jesús en el Portal preparado en el corazón, la Santa Madre Iglesia nos interpela a mantener la ilusión junto a Nuestra Señora de la Esperanza y aprender de Ella a acoger la llegada del Verbo.
Dar las gracias es un gesto, una actitud y un estilo de vida, de modo de reconocer que todo procede de Él, los méritos y talentos, los frutos y las obras, es el mayor acto de humildad para dar gloria a Dios.