En muchas regiones de España, en nuestra Comunidad andaluza y, también, en nuestra Diócesis estamos padeciendo desde hace meses la falta de lluvia, que se agrava cada día que pasa. La sequía nos afecta a todos: a nuestros campos, cosechas y pastos; afecta a nuestros montes, redes fluviales, fuentes y pantanos. En definitiva, al consumo doméstico, agrícola e industrial.

El agua es un regalo de Dios que recibimos con gratitud, debemos utilizar responsablemente y compartir con solidaridad. El Señor nos enseñó a orar por el alimento de cada día, el material y el espiritual, por eso rogad por las lluvias es hoy muy necesario.

Los Sres. Arzobispos, haciéndose eco de esta carestía, nos invitan a que, confiados en la Palabra de Dios que nos dice “Pedid y se os dará”, recemos para que el Creador nos conceda la lluvia abundante que necesitamos, sin que ello provoque inundaciones y otras catástrofes. Él sabrá cuándo y cómo nos la enviará, pero nosotros no dejemos de pedirla.

Así, piden a los sacerdotes que incorporen una petición por la lluvia en las preces de la Misa, especialmente en la de los Domingos y su Víspera, así como en las oraciones de Laudes, Vísperas y en el rezo del Rosario; en la eucaristía, cuando esté permitido litúrgicamente, utilizando el formulario “Para pedir la lluvia” (Misas por diversas necesidades nº 35, pág. 1049 del Misal Romano); en algún otro momento de la celebración o fuera de ella, por ejemplo con la oración compuesta por el papa S. Pablo VI:

“Dios Padre Nuestro, Señor del cielo y de la tierra. Tú eres para nosotros existencia, energía y vida.

Tú has creado al ser humano a tu imagen y semejanza, para que, con su trabajo, haga fructificar las riquezas de la tierra, colaborando así a tu creación.

Somos conscientes de nuestra miseria y debilidad. Nada podemos sin ti. Tú, Padre Bueno, que haces brillar el sol sobre todos y haces caer la lluvia, ten compasión de cuantos sufren durante la sequía en estos días.

Escucha con bondad las oraciones que tu Iglesia te dirige con confianza, como escuchaste las súplicas del profeta Elías, que intercedía a favor de su pueblo.
Haz que caiga del cielo sobre la tierra árida la lluvia tan deseada, para que renazcan los frutos y se salven los seres humanos y los animales.

Que la lluvia sea para nosotros el signo de tu gracia y bendición.

Así, confortados por tu misericordia, te rendimos gracias por todo don de la tierra y del cielo, con que tu Espíritu satisfaga nuestra sed.
Por Jesucristo, tu Hijo, que nos ha revelado tu amor, fuente de Agua Viva que brota hasta la vida eterna”. Amén.

Granada, 8 de noviembre de 2022