Queridos salesianos;
queridos amigos de las familias cristianas, que no sólo son los sacerdotes, nuestros hermanos, sino sois todos los que habéis recibido a lo largo de tanto tiempo en Granada esta acción benéfica iniciada por D. Bosco, en Turín, con aquellos jóvenes. Es una obra extendida por todo el mundo. Y que bien habéis sabido escoger las Lecturas.
D. Bosco no hace otra cosa que vivir en permanente estado de misión llevando a Cristo, especialmente a los jóvenes, buscando y abriendo en sus vidas, en sus circunstancias, el camino del Evangelio, pero, al mismo tiempo, de sacar todas las posibilidades y todas las cosas buenas que hay en los jóvenes. Y hacerlo con un estilo fuerte. Este agradecimiento por la labor de los salesianos en Granada, por la labor de los salesianos en el estilo de D. Bosco, que es un estilo de misión. Es un estilo de anuncio, es un estilo de envío, que, a lo largo de la historia, todos aquellos que han sido y que son discípulos de Cristo tratan de vivir, porque todos estamos llamados a hacer realidad el mandato misional de Cristo, el de “id y enseñad”.
El texto 72 que Jesús les envía para anunciar la llegada del Reino de Dios, en principio del Señorío de Dios, de poner a Dios en el centro de nuestra vida. Y esto nos incumbe a todos. Todos los cristianos estamos llamados a ser anunciadores de Cristo, no sólo los curas y las monjas, los misioneros, o los religiosos y las religiosas. Todos estamos llamados por nuestra condición de bautizados a anunciar a Jesucristo, anunciarlo en nuestras circunstancias en nuestra vida. Todos estamos llamados, como dice el Papa Francisco, a ser una Iglesia en salida, a testimoniar, en definitiva, a Jesucristo. Sólo que los santos lo han hecho haciendo realidad la vivencia de un carisma que el Señor quería para Su iglesia como regalo. Y es lo que hizo en D. Bosco que encarnó precisamente ese carisma salesiano. Ese carisma salesiano de santidad amable, ese carisma salesiano de alegría, ese carisma salesiano de cristianismo positivo. Y eso es una impronta y un carisma, y de un estilo de los salesianos en su labor educativa. (…)
Anunciar a Jesucristo en los jóvenes y hacer que los jóvenes tomen conciencia de su protagonismo humano y cristiano. Y abrirles una perspectiva, un sentido de vida, un porvenir, un puesto en la construcción social, pero, sobre todo, una conciencia de cristianos activo, de cristianismo amable, de cristianismo alegre.
Hemos escuchado en la Segunda Lectura de un texto de San Pablo a los Filipenses. Y San Pablo les dice: “Estad alegres en el Señor. Os lo repito, estad alegres”. ¿Y cuál es el motivo que da San Pablo de la alegría cristiana? Que el Señor está cerca. El Señor está con nosotros. La alegría forma parte del cristianismo. A veces, hemos puesto, los más mayores de aquí nos acordamos de cuando la familia se quedaba de luto, pues, la mujer vestida de luto se ponía de negro, pero en las cartas ponía un ribete negro porque estaba de luto. A veces, hemos hecho eso con el cristianismo, transmitir el mensaje de Jesús pero lo hacemos con una cara de pena, como diciendo “usted perdone, soy cristiano”, vamos como pidiendo que nos perdonen la vida. Me estoy acordando de un post que vi en una casa de espiritualidad de una niña que rezaba así: “Señor, que los malos sean buenos y los buenos sean alegres”. Porque, a veces, vamos con una cara, vamos diciendo el cristianismo como con pesar, como si tuviéramos una carga pesada sobre nosotros, que nos hacen insoportables la vida. Vamos como con resignación. No se trata de ir tocando las castañuelas, ni se trata de ir con la sonrisa de azafata de congreso o de anunciando un dentífrico. Pero se trata de mostrarnos con una alegría, porque eso es lo que atrae. Y eso es lo que hizo D. Bosco, mostrar la alegría del Evangelio, que es la alegría de la Presencia de Dios en medio de nosotros.
El Señor está en medio de nosotros. Ahora, está aquí, en medio de nosotros. “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” El Señor está en nosotros en la Eucaristía. El Señor está con nosotros en Su Palabra, que ha sido proclamada. El Señor está con nosotros en Su cuerpo y Su sangre que recibiremos. El Señor está con nosotros en la fraternidad, en que nos encontramos con los hermanos. Es más, nos dice que “cualquier cosa que hagamos con alguno de estos mis humildes hermanos conmigo lo hacéis”. Esa Presencia de Cristo Resucitado en medio de nosotros es la que descubre D. Bosco. Ese Rostro de Cristo es el que descubren los jóvenes y hacerlos resplandecer, sacar de ellos todas sus potencialidades y facilitarles los medios humanos y, sobre todo, un sentido, un quehacer en la vida. Por tanto, especialmente, para que sean protagonistas del futuro es lo que hacen, y lo hacen de una manera amable, no sólo de una manera alegre, sino de una manera amable, es un cristianismo amable. A veces, queridos hermanos, damos la sensación que lleváramos un cartel: “Cuidado con el perro”. Es decir, para hablar con nosotros, salimos con un genio, con un mal humor que nos salta a la primera de cambio. Y necesitamos la alegría. Necesitamos ser más amables. Vivimos en una sociedad enormemente crispada. Habéis visto los políticos que están siempre enfadados unos contra otros. Uno se olvida de lo que hace uno y otro dice que está mal, y el otro lo asume lo otro, y así. Claro, así todo eso se contagia y vivimos polarizados. Vivimos crispados. Vivimos que saltamos a la primera. Y no sólo cuando vamos con el tráfico, sino muchas veces en casa y, a veces, pagamos con quienes más queremos, y fuera ponemos una cara. Pero cuando llegamos a casa…
Recuperemos el cristianismo. Vivamos el cristianismo amable de D. Bosco. Atraigamos. Se dice que se atrae más con miel que con hiel. Pues, vamos a atraer un poquito. Sin ser “relamidos”, con naturalidad, con autenticidad, pero vivamos ese cristianismo amable, ese cristianismo que no nos enfadamos a la primera de cambio, como si estuviéramos siempre con dolor de estómago. Vamos a empujar un poquito, vivir en esas virtudes que nos hacen la vida agradable que es lo que hizo D. Bosco. Hizo la vida agradable con exigencia al mismo tiempo, porque la alegría es compatible con la cruz. La alegría es compatible con las dificultades en la vida.
Vamos a dejar de ser menos “quejicas”. Vamos a encontrar en esa vida de cada día los momentos de hacer la vida agradable a los demás. Vivir esa espiritualidad que es tan propia del espíritu salesiano y pillas espiritualidad de un cristianismo amable, un cristianismo que atraiga, un cristianismo que muestre la misericordia, la cercanía, el abrazo de Dios, en nuestra acogida, en nuestra manera de ser, en nuestro trato, en nuestra relación con los demás, y veréis como así estaremos vacunados para ese ambiente crispación, de división, iba a decir de enfrentamiento, pero al menos verbal. Y nosotros no somos al contrario. Son compañeros nuestros en el camino de la vida. Y cuando hay crispación, cuando hay destrucción, hay exclusión. Cuando hay crispación hay enfrentamiento, aunque sólo sea verdad. Cuando hay crispación, hay desconfianza, hay mal ambiente, se carga el ambiente. Necesitamos en nuestra sociedad recuperar… ahora que vienen elecciones. Y claro, todo eso se contagia. Ves un telediario y terminas deprimido. Necesitamos recuperar. No digo que nos cuenten cosas ilusas; que nos cuenten las cosas de la vida de color de rosa. No. Sino que nos muestren esas cosas buenas que hay y la que hacen las personas. Pues, estamos invitados a eso en esta fiesta de Don Bosco. Pidámosle a él que nos obtenga del Señor ese cristianismo amable, esa alegría que sabe llevar a Dios dentro de él, vivir como Dios manda.
Y vamos a pedirLe a la Virgen, él que quería tanto a la Virgen María Auxiliadora, recrear ese mensaje y extiende su devoción allí donde está la presencia salesiana. María, Ella se alegra en el Señor. El Magnificat es un canto de alegría. Y el pueblo cristiano la llama “causa de nuestra alegría”, porque la Virgen nos ha dado la mayor alegría del mundo, nos ha dado a Jesús. Pues, que nosotros también, como Ella, demos a Jesús a los demás.
Así sea.
+ José María Gil Tamayo
Arzobispo coadjutor de Granada
Parroquia María Auxiliadora
31 de enero de 2023