En la misa funeral presidida por el arzobispo Mons. Gil Tamayo en la Catedral y concelebrada por numerosos sacerdotes diocesanos, a la que asistieron autoridades civiles y militares, así como numerosos fieles.

La Catedral de Granada acogía el miércoles día 27 la misa funeral por las víctimas fallecidas en las inundaciones provocadas por la DANA en España, que golpearon especialmente Valencia.

Presidida por el arzobispo de Granada, Mons. José María Gil Tamayo, y concelebrada por un grupo de sacerdotes diocesanos, se rezó por quienes han perdido la vida en estas inundaciones y por sus familias y amigos que lloran la pérdida. En sus palabras durante la homilía, Mons. Gil Tamayo invocaba a Dios y a la Virgen María, en su advocación de la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, les dé el descanso eterno a los fallecidos y fortaleza a miles de personas que afrontan la pérdida y las tareas de reconstrucción ante el desastre.

En este sentido, el arzobispo, agradeció a cuantos voluntarios acudieron y siguen acudiendo a ayudar a quienes lo han perdido todo, así como a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Protección civil y sanitarios, entre otros colectivos que han estado en estos duros momentos.

“Nuestra gratitud, admiración y reconocimiento a todos los que han prestado y prestan ayuda a los damnificados”, señaló el arzobispo. “La respuesta de los voluntarios, hombres y mujeres que han dejado a un lado sus propias preocupaciones, sus propios trabajos para acudir en ayuda de los afectados, es un ejemplo luminoso de lo que significa ser parte de una comunidad, de una nación”.

En sus palabras, D. José María habló también de la caridad y del compromiso cristiano para estar junto a quienes nos necesitan, también en las palabras de aliento para dar esperanza y ayuda.

“Hoy, más que nunca necesitamos recordar que la verdadera esencia de nuestra humanidad se manifiesta en la compasión, en su sentido más literal: padecer con los otros y en el apoyo mutuo. La solidaridad no es sólo un acto de beneficencia o de caridad. Es caridad fina. Es un compromiso con el bienestar de los demás. Es la promesa de que, en los momentos más oscuros, y éste ciertamente lo es, nos levantamos juntos, hombro con hombro, para reconstruir lo que se ha perdido”.

El arzobispo apeló al don de la fe en estos difíciles momentos, “no por un contento de simples, sino para buscar esa confianza en el Señor”. Y ante la pregunta que en estos días se hacían muchas personas sobre dónde está Dios en estos momentos de sufrimiento, Mons. Gil Tamayo recordaba que “Jesús llora” y sufre con nosotros, porque “no estamos solos”.

FARO DE ESPERANZA

“Oremos por las almas de los que han partido, por sus familias que sufren y por todos aquellos que están trabajando para ayudar a los afectados. Que nuestra oración sea un faro de esperanza en medio de esta inmensa tormenta. Hagámosla, como ya ha ocurrido, de solidaridad”, señaló el arzobispo.

A la misa funeral asistieron numerosos fieles, así como distintas autoridades civiles y militares de Granada, local, local, provincial y autonómica, entre ellas la alcaldesa de la ciudad Marifrán Carazo.

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