Fecha de publicación: 21 de diciembre de 2023

Mensaje de los sacerdotes del arciprestazgo “Virgen de las Angustias” para este tiempo de Navidad.

Los creyentes en Jesucristo, Dios con nosotros (Enmanuel) hombre entre los hombres (Concilio Vaticano II), seguimos celebrando agradecidos y gozosos su vida, muerte y resurrección. Pues lo reconocemos en la fe como nuestro Salvador, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y nos da su paz.

Lo celebramos en cada Eucaristía, y no como una rutina devocional. Sino para renovar cada día la fe en Él, con la esperanza de eternizar felizmente la vida (motivo de trabajar por un mundo nuevo de hermanos, presagio del Reino de Dios) y acogiendo el amor de Dios, para desbordarlo en amor a todos los prójimos en los múltiples servicios gratuitos necesarios.

Y con más solemnidad litúrgica y festiva recordamos la entrada de Jesús en nuestra humanidad (Nacimiento- Natividad) y su salida (Muerte en cruz- Resurrección- Pascua).

Esta fe nuestra parece provocar extrañeza en más gente, si nos consideran ilusos por seguir fiándonos de un tal Jesús Nazareno, dejar que su vida decida la nuestra, para convivir como hijos de Dios Padre, arriesgar la propia vida por proseguir su causa, que resulta tan contracultural en la antigüedad, como en la modernidad.

Vivir desviviéndose por los hermanos, con preferencia por los más pobres, compartir los bienes y la existencia toda, renunciando a toda ambición y dominio para crear fraternidad universal, incluso a costa del propio bienestar, prestigio y seguridad, afrontando hasta la muerte, por compartir la misión de Maestro… seguirá siempre causando asombro, perplejidad, extrañeza singular.

Y a los discípulos de Jesús, también nos causa extrañeza este último mes del año civil, al constatar cómo, nombrando la Navidad u omitiendo la palabra, se respira un ambiente de consumismo más exacerbado, estimulado con el encandilamiento de adornos especiales, luces y árboles artificiales…

El agnosticismo, el ateísmo, la indiferencia de las masas ante los valores del espíritu que dan sentido trascendente a la vida humana, más allá y más arriba del poder adquisitivo, nos provocan para más verificar la autenticidad humanizadora de nuestra fe cristiana en la convivencia familiar y social que se da más en estos días.

Esta doble extrañeza podíamos compartirla sencillamente con las personas de conciencia recta y voluntad buena, dispuestas a arrimar el hombro para hacer un mundo más habitable, más bueno y feliz, más inclusivo para los millones de seres humanos excluidos del bienestar básico sin una vida dignificada.

Los creyentes con una fe más o menos viva, y los no creyentes, todos tenemos la misma conciencia humana del bien que nos realiza auténticamente y del mal que deshumaniza…

Por esta conciencia universal, podemos hacer más por comprendernos y aceptarnos mutuamente, siendo capaces de colaborar más unidos a favor de una humanidad más justa, más liberada de esclavitudes, más solidaria con los prójimos empobrecidos, y con el planeta estropeado, la casa común que a todos nos alberga.

Con motivación religiosa, espiritual, o simplemente humanitaria, la vida nos reclama a todos los humanos responsabilidad compartida para hacerla más plena en nuestra generación y pasarla más “vivible” a las generaciones venideras.

Los sacerdotes que servimos a la fe cristiana en el centro de Granada ofrecemos a los cristianos este mensaje para compartir el mismo propósito de colaboración para el bien de todos. También a los conciudadanos que puedan leerlo compartiendo el mismo afán de empeñarnos en una convivencia más sana, más colaborativa y beneficiosa, más feliz para todos, en este mes tan festivo y en todo el año nuevo.

Sacerdotes del arciprestazgo “Virgen de las Angustias”
Granada