Aquello de que los santos no son de uno, sino de toda la Iglesia universal, es algo que ya se comprueba en el caso de María Emilia Riquelme y Zayas, cuya beatificación celebró la diócesis de Granada el pasado sábado 9 de noviembre.

La Archidiócesis de Madrid se hace eco de este acontecimiento que hizo efectiva la beatificación de la fundadora de la congregación de las riquelminas en Granada, celebrando por su parte esta Solemne Eucaristía en memoria de la beata granadina. La Santa Misa será presidirá por el Arzobispo de Madrid, D. Carlos Osoro, en la catedral madrileña a las 10 horas el 10 de diciembre.

UNA DEVOCIÓN QUE CRECE

Ya el mismo 9 de noviembre, tras la solemne ceremonia de beatificación en Catedral ante cientos de fieles, el cuerpo de María Emilia Riquelme y Zayas fue trasladado en procesión por las calles de Granada hacia la Casa Madre de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada.

La asistencia de miles de fieles, la alegría de la jornada y el milagro de la comunión vivida ya durante los días que precedieron a la ceremonia de beatificación, son un testimonio vivo de que la devoción a la beata María Emilia Riquelme y Zayas no entiende de fronteras.

La devoción a la fundadora de esta congregación se extiende con este acto en Madrid un poco más, y se suma a otras devociones a la beata en países como Brasil, Colombia, Bolivia, Portugal, Angola, EEUU o México, que estuvieron presentes en la ceremonia de beatificación.

Esta Eucaristía es testimonio así de ese misterio de la comunión de los santos, al que aludieron tanto el propio Arzobispo de Granada, Mons. Martínez, como el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal Ángelo Becciu, durante la ceremonia de beatificación en Granada y que hace de la beata granadina una figura universal.

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Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada