Celebrado este mes de noviembre.

El Retiro Espiritual de Mater Christi, correspondiente al mes de noviembre, comenzó recordando la invitación del Día de la Iglesia Diocesana a hacer una pausa y mirar hacia nuestro interior, preguntándonos, como lo hacía santa Teresa de Jesús: «¿Qué mandáis hacer de mí?». Esta cuestión interpela e invita a una respuesta que nos ayude a conocer y expresar nuestra vocación. La vocación es mucho más que una elección personal. Es la llamada de Dios a una misión única e irrepetible en nuestra vida. Como ejemplo, contamos con los testimonios de los grandes santos de la historia viva de la Diócesis de Granada, como nos recordó nuestro Señor Arzobispo, D. José María Gil Tamayo, durante la homilía en la Eucaristía de los nuevos acólitos, celebrada el pasado 10 de noviembre en la Catedral de Granada.

El retiro espiritual también abordó temas fundamentales sobre la muerte y la espiritualidad cristiana, en un contexto donde la muerte es frecuentemente evitada y temida. En una sociedad que, incluso, manipula el sentido de la muerte, se nos recordó que la única verdad cierta es que «si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él». Los cristianos no debemos temer a la muerte, sino al pecado, especialmente al pecado grave. En otras palabras, lo que realmente importa es morir en gracia. Por ello, es tan importante “amar la propia muerte”, ya que será el momento personal más íntimo de entrega y encuentro con Dios, nuestro Padre. Vivir con esta verdad en mente nos ayudará a relativizar las preocupaciones diarias y a enfrentar las adversidades con valentía, imitando a Jesucristo.

Por otro lado, se reflexionó sobre la importancia de la Comunión de los Santos, que implica una comunidad de bienes espirituales entre la Iglesia Militante, Purgante y Triunfante. En este mes de noviembre, Mes de los Difuntos, la Santa Madre Iglesia nos recuerda la importancia de las oraciones y sufragios para ayudar a las almas a purificarse y presentarse ante Dios, como el propio Señor Jesucristo enseñó en el Sermón del Monte: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios». El Purgatorio es un dogma de fe y un estado que debemos evitar, fomentando una vocación a la santidad, no una vocación al purgatorio. Un medio para fomentar esta santa vocación es frecuentar el sacramento de la Penitencia, con una buena confesión, complementada con un examen de conciencia diario y una estrecha relación con Dios, que nos ayudará a anticipar la plenitud prometida en la vida eterna.

Gregorio Cuenca Zafra
Mater Christi, Granada.