Un grupo de seminaristas reciben estos ministerios en su camino de preparación hacia el sacerdocio, de manos del arzobispo en la Eucaristía del I Domingo de Adviento en la iglesia del monasterio de la Cartuja.
La Archidiócesis de Granada incorpora nuevos acólitos y lectores, tras la celebración presidida ayer domingo día 30, I Domingo de Adviento, por nuestro arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, en la Eucaristía celebrada en la iglesia del monasterio de la Cartuja.
Los nuevos acólitos son Mawene Chan-Chan, Krishna Pascal Girod, Venancio Limón Rosas, Aarón García Gutiérrez, Antonio José Marfil García, Egrel Prince Lady Mvouvou y Francisco Pretel González; y los nuevos lectores son Juan Aguado Gallego y Samuel Esteban Clemot, procedentes de los seminarios misionero Redemptoris Mater y diocesano San Cecilio.
Con estos ministerios, los candidatos al sacerdocio continúan su formación hacia el presbiterado. Los fieles asistieron a la celebración, que estuvo concelebrada por los formadores de ambos seminarios, así como otros sacerdotes diocesanos.

Además de recordar el tiempo de espera y esperanza que se nos abre con el nuevo tiempo litúrgico del Adviento y el Año Jubilar que estamos celebrando, Mons. Gil Tamayo también habló del ministerio que recibía el grupo de seminaristas.

“El ministerio es un servicio, no es una cartera ministerial al uso de los ministerios y de los ministros que tenemos, o que vienen o que están en el mundo político. Esto es otra cosa. Se os va a dar un encargo y una misión, un servicio, porque eso es lo que somos: servidores, servidores de Dios y de los demás -como antes se decía: ‘para servir a Dios y a usted’-. Pues, eso es nuestra vida. Somos servidores, servidores del pueblo de Dios, servidores de los hombres en las cosas que a Dios se refiere”, señaló Mons. José María Gil Tamayo.
A partir de ahora, con el Lectorado, los seminaristas podrán leer la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica, instruyendo también a los fieles a recibir los sacramentos. Y con el Acolitado, los seminaristas ayudarán al diácono y al sacerdote en el altar, pudiendo distribuir también la Comunión, de manera extraordinaria.


