Inició sus estudios en el Seminario de Málaga y después del primer año de filosofía, por motivos de salud estuvo un año fuera del Seminario y después pidió por la misma causa entrar en el Seminario de San Cecilio de Granada y “ser clérigo de esa diócesis”. En Granada recibió el presbiterado el 25 de mayo de 1929. Fue coadjutor de Alhama de Granada donde mostró grandes virtudes sacerdotales. Era fervoroso, buen catequista y confesor, con una ejemplar dedicación a la administración del sacramento de la penitencia y la dirección espiritual. De buen trato y amena conversación, alegre y comunicativo, era un hombre de mucho carácter y entereza de ánimo. Un testigo dice de él: Era muy bueno, se trataba con todo el mundo y era magnífico… yo era su monaguillo y me confesaba con él. Atendía espiritualmente a la comunidad contemplativa de monjas clarisas del convento de San Diego.
El Siervo de Dios fue detenido el 27 de julio. Su martirio en la carretera de Loja a Alhama tuvo notas especiales. Ya en el traslado hacia la muerte en camión, recibió una cuchillada en el cuello y, después, no cayó muerto en la descarga que recibió junto a los otros que le acompañaban, entre ellos su propio padre, un anciano de venerable figura. Sangrando caminó hacia el pueblo y, sorprendido en su intento, recibió nuevos disparos que le causaron la muerte en la entrada al pueblo por San Diego. Era el 30 de julio y el Siervo de Dios tenía 34 años. Sus restos están en el Valle de los Caídos.
Un benemérito y recordado sacerdote alhameño ya fallecido testificó en la Causa que, a pesar de tener entonces sólo cinco años, la muerte del Siervo de Dios: marcó mi posterior vocación sacerdotal pues durante mis estudios siempre relacioné el dar la vida por Cristo, que se nos inculcaba, con este hecho de la muerte de Don José.