Con júbilo y gratitud el Pueblo de Dios ha acogido esta mañana en la S.I Catedral el inicio del ministerio episcopal de D. José María Gil Tamayo como arzobispo coadjutor, tras ser designado por el Santo Padre a petición del arzobispo de Granada, D. Javier Martínez, para ayudarle en la labor pastoral de la Archidiócesis, que ha vivido esta jornada como una fiesta.
La Eucaristía ha estado concelebrada por 36 arzobispos y obispos y 206 sacerdotes. A ella han asistido distintas autoridades civiles, como los alcaldes de Granada y Ávila, militares, académicas, y representantes de la vida social y política de Ávila, Granada y Madrid.
Entre el numeroso Pueblo de Dios, también se encontraban fieles de toda la provincia de Granada, así como de las diócesis de Ávila -de donde procede D. José María-, Madrid y Mérida-Badajoz, diócesis originaria, incluso de su pueblo natal –Zalamea de la Serena.
La celebración comenzó con la acogida por parte del Cabildo catedralicio de ambos arzobispos, que llegaron juntos hasta la puerta de la Encarnación. Allí besaron el lignum crucis y accedieron para orar de forma personal unos minutos a los pies del altar.
La Catedral vibró de aplausos tras la lectura de las Letras Apostólicas por las que el Santo Padre concede el nuevo ministerio en la sede de Granada, en una “misión compartida” como el propio D. José María aludió durante sus palabras al término de la Eucaristía.
“PROFUNDA GRATITUD” Y “REGALO GRANDE”
En su homilía, D. Javier Martínez expresó su “profunda gratitud” y “el regalo grande” que es el recibimiento en el inicio del ministerio de quien compartirá misión en la Diócesis. A los arzobispos, obispos y sacerdotes ha dado las gracias “por vuestra comunión”.
Con los brazos abiertos de su pastor y de la Iglesia de Granada ha sido recibido D. José María en esta Eucaristía de inicio de su ministerio pastoral. Mons. Martínez habló de la misión de la Iglesia que es “proclamar el Evangelio” y del Cuerpo de Cristo que es la propia Iglesia.
“A mí me corresponde, aún como arzobispo de Granada, darte todo el espacio que te permita a ti vivir y expresar plenamente las muchas riquezas que Dios te ha dado, y a ti el darte a esta Iglesia y amarla como Cristo la ama, y a la diócesis amar a su nuevo pastor, y seguirlo y obedecerlo como el Señor”, señaló.
“MISIÓN COMPARTIDA”
Por su parte, D. José María Gil Tamayo habló de la “misión compartida” que a partir de ahora ejercerá junto a D. Javier, a quien ha venido a ayudar, en plena comunión, hasta su retirada una vez sea aceptada la renuncia que presente al Santo Padre por motivos de edad.
“Soy un obispo que el Sucesor de Pedro y Cabeza del Colegio Episcopal, que nos preside en la caridad, envía a serviros y no traigo otra cosa que el Evangelio de Cristo”, señaló en sus palabras con las que, momentos antes de la bendición final, concluyó la celebración.
“Vengo a ejercitar mi servicio episcopal en misión compartida con D. Javier, en profunda comunión con él y con el presbiterio de Granada”, al mismo tiempo que reconocía que “sé por convicción y por experiencia que el obispo no puede nada sin los sacerdotes”.
El momento más conmovedor durante sus palabras fueron al inicio, al recordar a su madre, fallecida hace dos meses, así como a su padre y su hermano sacerdote. Asimismo, Mons. Gil Tamayo expresó su invitación a “poner en permanente práctica el Mandamiento Nuevo de Jesús, amar a todos con su corazón, a ser una Iglesia ‘hospital de campaña’, como nos pide el Papa”.
De la vida consagrada y contemplativa, de la familia, los jóvenes y el apostolado seglar también aludió ante ese reto de ser “hospital de campaña”, estando “en primer lugar los pobres, los enfermos, los desvalidos”.
La colecta en la Eucaristía de hoy se ha destinado a los refugiados y desplazados por la guerra en Ucrania.
Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social