Y dando un fuerte grito, expiró.
Señor, Tú lo has dado todo por nosotros. Tú has dado hasta el último soplo que te quedaba de vida. Y el mayor dolor que tienes en tu corazón es que ha sido tu Esposa, nosotros, quien te hemos clavado esos clavos que llevas en tu cuerpo, esa lanza en el corazón. Tu acto de amor nos salva. Tu acto de amor me hace sentirme perdonado de mi pasado, me hace sentir que alguien ha muerto por mi, que me ha perdonado, que merezco la pena, que puedo seguir luchando, que puedo olvidar lo que dejé detrás y mirar con alegría lo que tengo delante.
Gracias, Señor. Gracias por morir por cada uno de nosotros. Gracias por dar lo último que te quedaba y hasta el extremo mirarnos con cariño aun cuando nosotros hemos sido desagradecidos, hemos sido personas que no hemos sentido el amor hacia Ti y hacia los hermanos. Gracias por cargar con nuestros pecados, con nuestros sufrimientos, gracias por ser nuestro Cireneo, para poder seguir nosotros llevando nuestra cruz.
Virgen María ayúdanos a llevar ese gran dolor que cada uno sabemos cuál es y tenemos en el corazón. Ese dolor que nos quita fuerza. Ese dolor que hace que caigamos con el peso de la cruz.
Ayúdanos Tú, María, a ser nuestra madre, a sentir tu maternidad en cada uno de nuestros dolores. Cura los dolores especialmente de todos aquellos hermanos y hermanas enfermos que hay en medio de nuestra sociedad, y cura también aquellas heridas que están teniendo los cristianos en Oriente Medio.
Padrenuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén
Miguel Ángel Morell
Rector del Seminario Menor “Virgen de Nazaret”
Viernes Santo, 25 de marzo de 2016
Plaza de las Pasiegas