Con tu entrada en Jerusalén, entraste en el gesto de amor más grande que ha habido en la historia, porque es Dios mismo quien lo hacía, por todos y cada uno de los seres humanos que ocupamos la tierra, que vivimos en ella, en esta tierra llena de heridas.
Tú entraste en tu Pasión y tu muerte, para que nosotros pudiéramos incorporarnos a tu Vida divina, para unirte a nosotros, para hacerte uno de nosotros.
Entraste en Jerusalén y entraste en la Pasión, en los sufrimientos, en las soledades, en las tristezas y en las amarguras de cada uno de nosotros. Y nosotros hoy te acompañamos en un gesto de gratitud. Y, al mismo tiempo, Te pedimos, Señor, que no nos dejes; que queremos, a lo largo de la vida, ser acompañados por Ti, por Tu Amor, por ese Amor que hace razonable y grande la esperanza cristiana; la esperanza de que la vida no acaba en la muerte.
La última palabra sobre nuestras vidas la tiene sólo ese Amor invencible e inmortal que Tú has entregado a cada uno de nosotros; que nos entregas hoy a cada uno de nosotros.
ORACIÓN:
Padre Nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
14 de abril de 2019
Plaza de las Pasiegas (Granada)