D. Manuel Velázquez, que cumple este año 53 desde su ordenación sacerdotal, lleva más de 25 años trabajando por los migrantes y refugiados en esta Delegación diocesana en Granada. Conoce bien el sufrimiento humano que hay detrás de las personas que cruzan el mar para buscar un futuro mejor, movidos sobre todo por la carestía y hambre en sus países de origen.
Con motivo de la reciente Jornada mundial del migrante y refugiado, que hemos celebrado en la Iglesia el pasado 25 de septiembre, con el lema “Construimos un futuro con migrantes y refugiados”, hemos conversado con él. Entre otras cosas, nos cuenta la necesidad de un cambio estructural en el mundo actual y el derribo de barreras, no sólo físicas, sino también mentales.
La entrevista también puede escucharse en el programa “El Espejo”, emitido el pasado 23 de septiembre, en COPE Granada y COPE Motril, y disponible en cope.es/granada y archidiocesisgranada.es
– Una difícil tarea la de los migrantes y refugiados…
Una tarea muy difícil, sobre todo para ellos que la viven en carne propia las situaciones tan penosas y muchas veces de injusticia y marginación que soportan. Por eso, la propuesta del Papa Francisco de este año es construir un futuro nuevo, donde tengo en cuenta a los migrantes y refugiados, sus derechos y su dignidad, y ponerlos en valor, para que realmente puedan aportar a la sociedad o se les reconozca la aportación que están haciendo a la situación.
– Cuál es la situación de las migraciones en nuestras costas ahora mismo.
La situación es muy lamentable. Precisamente, la Jornada se celebra el último domingo de septiembre y el Evangelio es una radiografía de la situación del mundo actual. El pobre Lázaro que está mendigando a la puerta del rico Epulón. No hacemos nada más que levantar muros y fortalezas, para que nadie nos quite nuestros privilegios, mientras que en nuestra misma puerta están los lázaros que no tienen absolutamente nada. Una crisis tremenda hay en el mundo. Una crisis alimentaria, que es lo más básico que un ser humano necesita para vivir. Los números del hambre son horrorosos. Ahora estamos todos preocupados porque están subiendo los alimentos por la crisis económica. Pero, pensemos en países como Siria, Haití, Congo, Sudán del Sur, y en otros muchos países del mundo pobre. Y luego, en las bolsas de pobreza del mundo rico. Las muertes cada año achacadas al hambre pueden superar a todas las del covid, y con el covid hemos estados todos asustados, porque eso nos tocaba de cerca. Pero no es noticia las muertas por el hambre. Entonces, la gente tiene que buscarse la vida. Por muchos muros que levantemos, la gente sigue viniendo porque tienen que huir del hambre y de la miseria. Esta Jornada nos tiene que servir para reflexionar que hace falta un cambio. Y un cambio imprescindible, que es el cambio estructural del modelo socioeconómico. Este modelo de desarrollo. Hay que cambiar el paradigma. Esto es insostenible. No podemos seguir de esta manera. Y por eso la propuesta del Papa es hacer un futuro nuevo, construir el futuro, pero contando con los últimos, con los migrantes, con los refugiados, con las víctimas. Que se sienten también en la mesa de la creación y tengan parte en los bienes de la tierra que son para todos los hijos de Dios.
– Desde su experiencia, y el trabajo en la Pastoral de Migraciones, por dónde pasa ese futuro.
Ese futuro pasa por seguir reforzando lo que nosotros con una gran carencia de medios venimos haciendo: espacios de acogida. Los verbos que el Papa nos invita a poder vivir, hacerlos vivos en nosotros. Acoger, hacer que la gente se integre en nuestras comunidades. Valorar todas las aportaciones que hacen los inmigrantes. Con su riqueza y con sus valores culturales, también enriquecen nuestras comunidades. Y son riqueza humana que hay que agradecer, en vez de tener una actitud en ver en ellos rivales o gente que vienen a quitarnos algo. No vienen a quitarnos nada. Si los inmigrantes están sacando adelante las campañas agrícolas y los trabajos que nosotros no queremos hacer. Y están cotizando a la Seguridad Social y están contribuyendo. Y tenemos una tasa de natalidad bajísima. Nos están ayudando a nuestro desarrollo y crecimiento. Están colaborando en engrandecer nuestro país y nuestro futuro. Contemos con ellos, pero no sólo como mano de obra. Son seres humanos que necesitan un reconocimiento de sus derechos, de su dignidad, y de ofrecerles una participación y tenderles la mano para que se integren en nuestra sociedad como uno más.
– Ahora mismo, en el trabajo que hacen en la Delegación de Misiones cuáles son las prioridades.
Sobre todo, en los pisos de acogida, un proyecto de integración y de capacitación laboral, donde se les ayuda a regularizar su situación administrativa, se les ayuda a acceder en los recursos que hay en la ciudad de cursos de capacitación laboral, el idioma que es una herramienta fundamental para abrirse paso, asesoramiento jurídico. En la Delegación estamos contribuyendo a esta iniciativa popular de recoger 500.000 firmas para ver si hacen una regularización extraordinaria de todos los inmigrantes irregulares que están ya aquí en España. Un reconocimiento legal de lo existente realmente y que aflore toda esa economía sumergida. Y que a ellos les cambie la vida, porque un irregular es como si no existiera, es invisible.
– En sus 25 años en la Delegación de Migraciones, de los 53 que lleva como sacerdote, ha visto alguna evolución en este tema de las migraciones, ¿o hemos ido a peor?
Yo creo que hay un poco de conciencia, sobre todo en ciertos sectores. Hay un grupo muy numeroso de voluntarios que dan lo mejor de sí mismos, para sacar adelante estos proyectos de integración y de reconocimiento de derechos de los inmigrantes. Pero también ahora, por desgracia, hay un cierto discurso que, jugando con los sentimientos de mucha gente, a la que meten miedo, hay un cierto sentimiento de rechazo y de xenofobia, y de un cierto racismo, alentado por algunos grupos que están calando en algunos sectores de la sociedad.
Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social
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