La ciudad anda zambullida en su fiesta mayor.  Cuando el domingo termina,  se rompen las últimas copas, la luz se atenúa y lo cotidiano reaparece.

¿Qué poderosa razón ha dado origen  a este regocijo colectivo? Una verdad  evangélica explica históricamente este río de alegría: Bajo  el pan y el vino que se ofrecen en la mesa eucarística está el “Corpus Christi”, el Cuerpo entregado y la Sangre derramada del Redentor.

En torno a la Eucaristía, presencia latente del Hijo de Dios humanado, ha girado y gira la vida de la Iglesia. Y en Granada tras la reconquista abundan  las expresiones institucionales y rituales de fe eucarística.

Una vez más, la mañana del jueves discurre  plena tras el pan redondo, hecho de flor de harina,  presencia misteriosa pero real del Señor y Maestro. Se le aúpa sobre la multitud porque “Dios está aquí. Venid adoremos”.  Es la procesión del día grande y refulgente del calendario.

CUATRO SIGLOS DE FIDELIDAD

Ese mismo pan es el  se reparte en los templos de las grandes catedrales, en las parroquias de las aldeas y en las laderas de Valparaíso, en su Abadía alta y señera, frente a la Alhambra.  En la mañana del domingo, fiesta litúrgica del gran Sacramento, en la quietud del monte sacro, extramuros de la ciudad, se adora al  Corpus Christi en versión sacromontana que viene de cuatro siglos atrás.

El arzobispo Pedro de Castro edificó la Abadía sobre doble cimentación: la fe eucarística y la devoción mariana. En las Constituciones se aprecia la piedad del arzobispo: Una norma ineludible es la adoración diaria al Sacramento durante  una hora al alba y media al atardecer,  “porque este es uno de los principales intentos de esta fundación”. Don Pedro contagió  vitalmente  este fervor en su casa. Al pie del altar se formaban los colegiales.Y los capitulares, tras la adoración,  bajaban del santuario,  para ser testigos entre las gentes del “amor de los amores”. Señalemos dos nombres: José Gras y Andrés Manjón. Contemplaban para la acción misionera.  Y comían el Pan era  para la brega por los caminos.

EL ALMA DE LA ABADÍA

La Abadía enseña hoy su alma. Es su Corpus recoleto y silencioso. Es su amor expuesto a la luz del medio día.

Por las galerías del claustro transita  su Corpus. En esta mañana del domingo  esta vieja institución se siente renacer.

El Sacro Monte es el santuario/símbolo de la fe antigua de Granada. Su  mensaje es una bandera blanca levantada en lo más alto frente al secularismo reinante. Es un grito de alerta ante la filosofía materialista,  para mostrar a los granadinos el Pan que sacia el hambre de sentido  y de verdad.

La Abadía, con su simbolismo, sus expresiones  cristianas y  su historia es un Corpus permanente que invita a la alegría.

El Cabildo del Sacro Monte