Fecha de publicación: 12 de octubre de 2024

 

Homilía de Mons. José María Gil Tamayo, en la Eucaristía celebrada en la Capilla Real, ante la tumba de los Reyes Católicos, con motivo de la festividad de la Virgen del Pilar y Día de la Hispanidad, el 12 de octubre de 2024.

Querido Manuel Capellán Mayor de esta Capilla Real;
queridos miembros de la Capilla Real;
querido deán y capitulares de nuestra Catedral;
queridos sacerdotes concelebrantes;
queridos formadores del Seminario y seminaristas;
queridas autoridades municipales presentes;
queridos hermanos y hermanas:

En esta misa de la fiesta de la Virgen del Pilar, fiesta nacional de España y de Hispanoamérica, nos hacemos eco de la alabanza de la mujer que le sale el paso a Cristo en el Evangelio referido a su madre y hace esas alabanzas de la madre de Jesús. Y hacemos realidad también la profecía de la misma Virgen María en su visita a Santa Isabel al recitar el Magníficat: “Me llamarán bienaventurada todas las generaciones”.

Es lo que estamos haciendo, queridos hermanos, al celebrar esta fiesta, que nos lleva a mirar agradecido los orígenes del cristianismo en nuestra patria. Cuando la Virgen se aparece, según la Tradición, al apóstol Santiago y le anima a la evangelización de nuestra tierra. Evangelización que es la que ha ido conformando a lo largo de la historia los elementos más profundos y grandiosos de nuestro ser como españoles y de nuestro puesto en la Historia. Como ha sido la gran gesta de la evangelización del Nuevo Mundo, que hoy conmemoramos también su descubrimiento. En esta fiesta que hoy celebramos con el nombre de hispanidad, de civilización con el sello de España, de su fe y de su cultura.

Precisamente, esta fiesta es la fiesta nacional de España. Y es un motivo para pedir por nuestra patria, por el Jefe del Estado, su majestad el rey, Felipe VI; por quienes nos gobiernan a todos los niveles: nacional, regional, provincial, local. Es un día para pedir por ello. Y por las regiones y pueblos de España, por nuestra ciudad de Granada, para que mantengamos lo que hemos pedido a Dios y que nos recordará después el prefacio de este día de fiesta. Hemos pedido la oración colecta, la fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en la caridad. En definitiva, la vivencia de las virtudes sobrenaturales de fe, esperanza y caridad tan necesarias en estos tiempos que vivimos, en que nuestras raíces religiosas que conforman el ADN de nuestra identidad nacional, en respeto exquisito a quienes no piensan como nosotros, pedimos que la fe cristiana siga informando nuestros comportamientos, para que la civilización cristiana, nacida de ella, se mantenga en las personas y en las familias, en nuestros pueblos, al pesar del secularismo en que nos vemos envuelto y que afecta también a las costumbres cívicas.

Este es un día de agradecimiento. No simplemente una mirada al pasado, sino al futuro y caer en la cuenta del quehacer que no se espera en la transformación del mundo en el que vivimos, de nuestra sociedad española, del afianzamiento de nuestros derechos y libertades fundamentales que consagra nuestra Constitución, y de sentir, o mejor dicho, recuperar y fortalecer nuestro sentido como pueblo, nuestro sentido patriótico, amar a la patria, de amor a nuestra nación. En definitiva, servir al bien común, poner entre los objetivos de nuestra vida con nuestro comportamiento personal y nuestro trabajo, con nuestro sentir y obrar colectivo, hacer una nación más próspera, donde el bien común reine en todo: en las personas, las familias y en todas las regiones y pueblos, sin que intereses partidistas o particulares, o la polarización que nos afecta a todos los niveles, desde el nivel internacional, el nacional, el regional y el local nos distraigan del bien común, que ha de ser empeño de todos, porque ha de servir a todos sin discriminación, especialmente a aquellos que están más desfavorecidos.

Pidamos al Señor por la intercesión de la Santísima Virgen María en este día, en su fiesta, que nos mantenga en la unidad, en la cohesión de pueblo y en el progreso para todos. Estos sentimientos, queridos amigos, que afloran aquí en nosotros en esta celebración, toman especial sentido por el lugar en que celebramos la Santa Misa, justo al lado en el que reposan los Reyes Católicos, especialmente la Sierva de Dios, la Reina Isabel. Forjadores del germen de nuestra unidad y de nuestra epopeya civilizadora y de evangelización en el Nuevo Mundo, como he dicho. Que la leyenda negra y los reprobables comportamientos personales de la época, como los de la nuestra también, no pueden empañar en el trabajo del conjunto de la nación y en el grandioso balance de nuestra Historia.

Desde Granada, recordamos, pues, el legado de Isabel la Católica, una reina cristiana, valiente y visionaria, que supo unir a los reinos de Castilla y Aragón. Hoy estamos en un verdadero centrifugado regional, sentando las bases, entonces, para la España que conocemos hoy en día. El legado de Isabella Católica es también un recordatorio de la importancia de la unidad inquebrantable y solidaria de los pueblos y regiones de España, que después de siglos ella forjó y que no podemos poner en peligro con esa lluvia. Somos ciertamente una antigua nación. Y a lo largo de la Historia, hemos enfrentado desafíos y conflictos, pero siempre hemos salido adelante cuando hemos permanecido unidos.

La diversidad de culturas, de tradiciones y lenguas que conviven en nuestra nación es un tesoro que debemos preservar, fomentar y celebrar como hacemos hoy, en esta fiesta nacional que los cristianos celebramos con un sentido religioso -y ésta es una acción y un acto religioso. Es fundamental recordar que la fortaleza de España radica en los valores espirituales, así como en la diversidad y en la capacidad de sus pueblos y regiones, para colaborar y trabajar juntos en aras del bien común. La solidaridad, la justicia, la libertad y el respeto mutuo son valores que debemos cultivar y promover en nuestra sociedad democrática, para construir un país más justo y próspero para todos.

Isabel La Católica nos enseña que el diálogo y la concordia son fundamentales para superar las diferencias y construir un futuro en común. Su verdadero legado nos invita a reflexionar sobre la importancia del respeto y el entendimiento entre todos los españoles, sin importar su origen o su historia.

En este día de celebración, hemos de renovar nuestro compromiso con la convivencia pacífica entre todos sus habitantes, entre todos los pueblos de España. El triste recuerdo de nuestros enfrentamientos, fraticidas, que han dejado heridas abiertas que todavía perviven. Hemos de superarlo. Que la herencia de Isabel La Católica nos inspire a seguir trabajando juntos por una nación más fuerte, más justa y más solidaria. Queridos hermanos, que la hispanidad sea motivo de hermanamiento con los pueblos de Hispanoamérica, de orgullo y de celebración para todos, recordándonos que nuestra diversidad es nuestra mayor riqueza, el mestizaje.

Que la Fiesta Nacional de España sea un momento de alegría en el que recordemos que juntos somos más fuertes, y que juntos podemos construir un futuro en libertad democrática de calidad mejor para todos, también para los que vienen buscando mejores condiciones de vida y a los que necesitamos para seguir manteniendo nuestro bienestar. Y no podemos criminalizarlos, sino al contrario, son un factor necesario en una España despoblada, en una España que ha limitado su natalidad, y que para mantener su bienestar y su nivel de vida necesita los brazos de quienes llegan en las condiciones más deplorables y a los que hemos de acoger e integrar.

Es mucho más, queridos hermanos, lo que nos une que lo que nos separa. Que la unidad y la solidaridad sobre el cimiento de nuestra fe cristiana siga siendo los pilares sobre los que se sustenta nuestra nación y que la memoria de Isabel La Católica en este día de la Hispanidad nos guía en el camino hacia un mañana lleno de esperanza y de prosperidad para todos, sin excusión. A ello quiero seguir contribuyendo la Iglesia.

En definitiva, le pedimos que la Santísima Virgen del Pilar interceda para que nos conceda como decíamos al Señor en la oración colecta seguridad en la fe, firmeza en la esperanza y constancia en el amor.

Así se hace.

+ José Mará Gil Tamayo
Arzobispo de Granada

12 de octubre de 2024
Capilla Real

ESCUCHAR HOMILÍA