Dicha desigualdad recorre todos los ámbitos de nuestra sociedad y queda patente en cuestiones que van, entre otras, desde la brecha de género en el mundo laboral o las dificultades para la conciliación y la corresponsabilidad en los cuidados hasta cuestiones tan graves como las violencias sexuales o los feminicidios. Todas las desigualdades de género, en cualquiera de sus formas, suponen la vulneración de los derechos humanos de las mujeres, y de las niñas y adolescentes.
Dentro de España, el último Informe FOESSA constata el aumento de la brecha de género en nuestro país y un retroceso mayor para muchas mujeres en términos de integración social. Mientras que la tendencia general en hogares encabezados por hombres ha sido el descenso de la integración plena a la precaria, en hogares encabezados por mujeres ha prevalecido el descenso de la integración precaria a la exclusión.
El acompañamiento a las mujeres en situación de vulnerabilidad y/o exclusión social es una prioridad para Cáritas
Según los últimos datos publicados, Cáritas acompañó en torno a 5.700 mujeres a través de diferentes programas y servicios en la diócesis de Granada.
En lo que se refiere a programas especializados Cáritas Diocesana de Granada desarrolla el Proyecto “Caminando Juntas” en el que se atienden a 120 mujeres (datos de 2020), de las cuales 34 se encuentran en contextos de prostitución y/o víctimas de explotación sexual. Al programa acuden en su mayoría mujeres inmigrantes en situación administrativa irregular, que a raíz de la pandemia han perdido sus trabajos, generalmente al cuidado de personas mayores y que no tienen derecho a ningún tipo de prestación o ayuda social. Según Bienvenida, Bueno responsable técnico del programa “el perfil habitual del programa es el de mujer inmigrante, con cargas familiares no compartidas y con una fragilidad anímica evidente. La mayoría de los casos, en situación administrativa irregular, lo que supone estar “fuera” del sistema de protección social”. También acuden mujeres nacionales a las que no llegan las ayudas sociales como el Ingreso Mínimo Vital, debido a las incidencias en los trámites de gestión y la brecha digital.
Asimismo, en Programa diocesano de Empleo, en 2020 participaron 499 mujeres, lo que supone el 75% de las personas atendidas en este ámbito de actuación.
Ante la celebración del 8 de marzo, Cáritas quiere poner el acento en algunos elementos claves fruto de la experiencia acumulada en el marco de su intervención social:
-Desigualdad de género en el ámbito laboral. El último informe de la OIT concluye que, en el plano laboral, la desigualdad entre hombres y mujeres se ha agravado siendo en 2021 el 43,2% de las mujeres en edad de trabajar tenía un empleo, frente al 68,6% de los hombres. Las mujeres siguen ganando un 20% menos que los hombres y ven sus salarios más penalizados cuando pertenecen a minorías étnicas, son migrantes o tienen alguna discapacidad. En el caso concreto del empleo del hogar, desarrollado mayoritariamente por mujeres, muchas de ellas racializadas, es especialmente grave la situación de vulneración de derechos laborales.
-La economía de los cuidados se basa en la desigualdad de género y está en su mayoría en manos de mujeres, tanto si tenemos en cuenta la economía formal como la economía sumergida. Se trata de un sector que continúa un año más invisibilizado y donde la vulneración de los derechos humanos es manifiesta.
-Las violencias machistas continúan siendo un problema preocupante, que tiene un impacto mayor en las mujeres en situación de pobreza y exclusión social o se encuentran en entornos marginales, como mujeres en contextos de prostitución, y posibles víctimas de explotación sexual y de trata con fines de explotación sexual.
Urgen respuestas valientes para acabar con la desigualdad de género y las violencias machistas
En esta jornada internacional del 8 de marzo, Cáritas hace un llamamiento a las Administraciones públicas, a los responsables políticos, a los agentes económicos y sociales, a la comunidad cristiana y a toda la sociedad para:
-Construir un marco de relaciones entre hombres y mujeres sin barreras ni divisiones, donde los derechos de las mujeres y las niñas, sean protegidos, respetados y garantizados.
-Trabajar por un mundo libre de violencias machistas, donde no se criminalice a las víctimas sino a los culpables, que evite la politización de las violencias vividas por las mujeres y que, desde la conciencia de que no son hechos aislados, reclaman respuestas públicas valientes y unánimes.
-Apostar de manera intensiva por una educación basada en la igualdad de roles, la responsabilidad compartida y la tolerancia que sirva para erradicar las conductas machistas todavía imperantes en nuestra sociedad
-Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres en la vida política, económica y pública.
-Sólo a través de la puesta en marcha de políticas públicas reales, dotadas de recursos, encaminadas a erradicar las desigualdades existentes tanto en el ámbito internacional, nacional como local, podremos conseguir vivir en una sociedad auténticamente igualitaria, inclusiva y sostenible.