Nació en el castillo francés de Castelnaudary, cerca de Carcassona. Era hija del barón de Soubiran. Se llamaba Sofía Teresa. Ingresó muy joven en las Hijas de María, dirigidas por un tío sacerdote.
Como su vocación era evidente fue enviada a Bélgica, para que bajo la dirección de una buena maestra ingresase en un convento. Regresó a Francia, y después de la muerte de su padre, abrió una casa llamada “Buen Socorro”, para la asistencia y ayuda de las jóvenes indigentes. Tenía 25 años. Gastó toda su herencia para construir una casa más grande llamada “la preservación”, pero la casa nada más terminada acabó en las llamas de un incendio. No se rindió y volvió a comenzar su obra bajo la dirección de los jesuitas. Fundó la Congregación de María Auxiliadora, en Castelnaudary, siempre a favor de las jóvenes pobres y extraviadas.
En 1870, los prusianos invadieron Francia, y ella tuvo que marcharse a Londres con sus monjas. Regresó después de la derrota pero, en la congregación había entrado una anciana señora que “inteligentísima, soberbia, intransigente, humilla, acosa y critica a María Teresa”. Nuestra santa presentó su dimisión, para no entrar en polémicas, pero… no era suficiente, la expulsaron de la Congregación. En 1868, buscó refugio en la Instituto de Nuestra Señora de la Caridad, donde le fue permitido hacer los votos.
En París se enteró que su Congregación había perdido el espíritu con la que fue fundada, ante esta noticia, no dice nada, solamente confió en Dios. Murió, alejada de sus monjas, expulsada de su Instituto, ignorada y despreciada. Pero un año después las religiosas eligieron como superiora a una religiosa que le era fiel, que rescató su cuerpo y restableció su memoria y su espíritu. Fue beatificada el 20 de octubre de 1946 por SS Pío XII.