Se llevará a cabo desde el viernes 28, a las 17 horas, hasta el sábado 29, a las 17 horas. El Arzobispado ha pedido a los sacerdotes de la Archidiócesis su disponibilidad para asistir al pueblo cristiano en el Sacramento del perdón de los pecados distribuidos en turnos durante el día y la noche.

 

En comunión con la Iglesia universal y siguiendo la propuesta del Papa Francisco, a través del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, la Santa Iglesia Catedral de Granada y la iglesia de Nuestra Señora de la Cabeza en Motril permanecerán abiertas 24 horas continuas para la adoración eucarística y la administración del Sacramento de la Penitencia.

La apertura de 24 horas en ambos templos se llevará a cabo desde el viernes día 28, a las 17 horas, hasta el sábado día 29, a las 17 horas, con momentos de oración, adoración eucarística y celebración de la Eucaristía, animadas por distintas realidades y carismas de la Iglesia de Granada, al mismo tiempo que los confesionarios estarán abiertos para la administración del Sacramento de la Reconciliación.

La iniciativa se enmarca en la propuesta denominada “24 horas para el Señor” presentada por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización a todos los Obispos del mundo, que consiste en que al menos una iglesia en cada diócesis permanezca abierta ese día, de tal forma que se permita a quienes lo deseen la confesión sacramental y un momento de adoración eucarística.

La convocatoria se hace en comunión con las Diócesis de todo el mundo y es especialmente importante en este tiempo de Cuaresma, que es tiempo de conversión personal y una conversión que todos necesitamos. La propuesta se dirige a los fieles y también a todos aquellos cristianos alejados de la fe y quieran así, con la oración y el perdón de los pecados, comenzar una nueva vida de fe.

El Arzobispado ha solicitado a los sacerdotes de la Archidiócesis su disponibilidad para asistir al pueblo cristiano en los confesionarios y administrar el Sacramento de la Reconciliación. Los sacerdotes se distribuirían en turnos para que, noche y día, haya confesores que administren el perdón de los pecados.