Con ocasión de la Jornada “24 horas para el Señor” propuesta desde la Santa Sede para facilitar el Sacramento de la Penitencia durante 24 horas continuas en este tiempo de Cuaresma, el último número del Semanario dedica sus páginas centrales al perdón de los pecados. Lo hace con un extracto del libro The Weight of Glory del escritor irlandés C. S. Lewis, autor de “Las crónicas de Narnia” y “Cartas del diablo a su sobrino”. En este extracto, Lewis explica qué es el pecado para no reducir éste a una subjetividad que termina convirtiéndose en una disculpa.
Asimismo, recogemos un extracto de la homilía de nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, que, en el III Domingo de Cuaresma con el pasaje de la samaritana, hablaba de la sed que todos –también la humanidad entera- tenemos de Dios, de vida plena. Esta sed es siempre actual, siempre necesitados, y con ella Dios nos busca, porque es Él quien toma la iniciativa antes de reconocerlo nosotros mismos: “Lo que nosotros no podemos comprender, y sin embargo sucede siempre cuando nos encontramos con el Señor, es que no somos nosotros los que estábamos buscando a Dios; era Dios quien nos estaba buscando a nosotros. Nosotros tenemos sed de Dios, pero Dios tiene sed de nosotros. Dios nos quiere, Dios nos busca, Dios nos persigue. Y nos persigue no porque Él nos necesite, no porque nosotros podamos darle algo a Él que no tiene, sino porque tenemos necesidad de Él. La experiencia constante de los cristianos a lo largo de veinte siglos ha sido que uno iba buscando a Dios y cuando se encuentra con Él descubre que era yo el que estaba perdido y era Dios quien me buscaba a mí”, explicó Mons. Martínez, cuyas palabras pueden leerse ampliamente en nuestro Semana Fiesta.
La vida de la Iglesia diocesana de Granada y Guadix, el Evangelio del IV Domingo de Cuaresma, y las palabras del Papa Francisco sobre el Orden Sacerdotal son otros de los contenidos recogidos en el último número del Semanario Fiesta, que cierra sus páginas en la contraportada con una frase de Edith Stein, asesinada por odio a la fe en un campo de concentración nazi, y conocida como Santa Benedicta de la Cruz: “Mi sed de verdad era toda una oración en sí misma”.