Eladio pasó los primeros años de su vida sirviendo en la corte de los reyes visigodos. Era hombre muy erudito y distinguido diplomático. Como representante del rey, asistió al Concilio de Toledo en 589 y firmó las actas. Ya por entonces se sentía inclinado a la vida religiosa. San Ildefonso, que más tarde recibiría al diaconado de manos de Eladio, cuenta que éste iba con frecuencia al monasterio de Agali, en las orillas del Tajo, donde ayudaba a los hermanos legos en las labores del campo y transportaba al monasterio los sacos de semillas.
Al fin el llamado de Dios se hizo tan insistente, que Eladio abandonó el mundo e ingresó en el monasterio. En 605 fue elegido abad. A la muerte del arzobispo Aurasio, en 615, se vio obligado a aceptar el gobierno de la sede con gran disgusto por su parte. Sabemos que fue extraordinariamente generoso con los pobres, pero carecemos de otros detalles sobre su gobierno. Algunos autores suponen que Eladio incitó al rey Sisebuto a expulsar del reino a los judíos, pero no existen pruebas de ello. San Eladio murió en el 633.