El día 19 de Junio, la ciudadanía andaluza está llamada a elegir a sus representantes en el Parlamento de Andalucía, del que saldrá el futuro gobierno de la Junta de Andalucía. Ante esta convocatoria electoral, queremos compartir la reflexión que como movimiento católico encarnado en el Mundo Obrero hacemos sobre la situación de nuestra tierra, y los criterios que como cristianos y cristianas nos parece importantes tener en cuenta a la hora de decidir nuestro voto.
En Andalucía seguimos viviendo una realidad de empobrecimiento y desigualdad social que, lejos de desaparecer, aumenta en muchos de los ámbitos sociales, laborales y vitales de las personas. Seguimos manteniendo unos altos índices de paro, precariedad, exclusión y falta de derechos sociales; y la crisis provocada por la COVID, ha aumentado esas desigualdades, condenando a la exclusión a personas y familias. Tras las cifras de la pobreza, que se ponen de manifiesto en los informes de Cáritas u otros organismos e instituciones, no podemos olvidar que estamos hablando de personas concretas, con rostro, familias, relaciones, y con unas vidas que bien conocemos y compartimos en nuestros ambientes de trabajo, barrios y pueblos.
Además, el individualismo que fomenta nuestro sistema social, provoca la falta de participación en los problemas colectivos, no nos preocupamos de la vida de nuestros y nuestras vecinas, compañeros y compañeras de trabajo, falta de implicación en la defensa y exigencia de los derechos, poniéndolos en riesgo, tras el esfuerzo que supuso su conquista; viviendo más una democracia formal que real, y manteniendo un especial déficit en democracia económica. Este es el caldo de cultivo para que proliferen los mensajes que fomentan el odio al “diferente”, basados en los bulos y las noticias falsas; y que incluso están calando en la clase trabajadora y humilde.
Compartimos las palabras de nuestro hermano, el Papa Francisco cuando habla que vivimos inmersos en una economía y en una cultura del descarte (EG 53), ya que, como militantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), constatamos diariamente esta realidad en nuestros pueblos y barrios de Andalucía. Podíamos poner multitud de hechos de esta realidad tan desoladora para los empobrecidos (contratos precarios, desahucios, situaciones de exclusión, explotación, degradación de los espacios vitales, etc.)
Ante esta situación, tenemos la necesidad ineludible, desde nuestra fe, y desde nuestra responsabilidad ciudadana, de fomentar la participación de todos y todas en la búsqueda del bien común, participando en la toma de decisiones, y buscando un cambio de políticas y de proyecto social, económico y cultural que busque otro mundo, que nos permita convivir desde otras claves, las claves del proyecto de Dios, y donde la persona esté en el centro de la preocupación de las instituciones y de toda la vida social y económica.
Como Iglesia en el Mundo Obrero, movidos por el Evangelio de Jesús y la Doctrina Social de la Iglesia, la HOAC pretendemos sencillamente compartir algunas reflexiones que creemos son importantes tener en cuenta, ya que como dice el Papa en “Laudato si”: “Sabemos que las cosas pueden cambiar” (13) y por eso: “Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural” (114). Decimos, con el Papa Francisco, “NO a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata… Como consecuencia grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas, sin trabajo, sin horizontes, sin salida” (LS 53). “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema” (EG 202).
Desde esta perspectiva evangélica, pensamos que los criterios que nos deben ayudar a discernir ante las distintas propuestas de los partidos para estas elecciones, deben ser:
1.Que prioricen las necesidades vitales de las personas y de las familias, con propuestas para la creación de empleo digno por encima de otros intereses.
2.Que propongan y apliquen leyes laborales que favorezcan el respeto a la dignidad del trabajo de la persona que lo realiza, actuando contra los accidentes y enfermedades laborales, la precariedad, el paro y la exclusión, y teniendo en cuenta la realidad de los barrios “ignorados” de Andalucía.
3.Que promuevan el desarrollo de un tejido empresarial y productivo al servicio de la sociedad y sus necesidades, fomentando la economía social y sostenible.
4.Que prioricen el mantenimiento y desarrollo de los servicios públicos, con una fiscalidad justa, en la que los que más tienen contribuyan más, para poder mantener una sanidad, educación, vivienda, dependencia, servicios sociales… dignos, universales y de calidad; con apoyo a las familias, especialmente las más desfavorecidas.
5.Que fomenten una producción y una economía que cuide el bien común, el cuidado de la casa común y la paz, favoreciendo un consumo más humano y justo, y fomentando la economía de los cuidados.
6.Que trabajen para que las instituciones andaluzas sean transparentes, favoreciendo la participación de todas y todos en las decisiones y evitando la corrupción política. En definitiva, hemos de preguntarnos: ¿qué programas políticos están más cerca de las personas paradas, sin techo, migrantes, con trabajos precarios, desahuciadas de sus viviendas, con pensiones bajas…?
POLITICAS PARA EL BIEN COMÚN Y LA SAGRADA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS EMPOBRECIDAS