Aunque inaugurada en agosto de 1561, los archivos históricos indican que no consta por entonces la dedicación de la Santa Iglesia Catedral. El templo catedralicio fue solamente bendecido, según indican los archivos. Fue entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre de 1950 cuando el arzobispo D. Balbino Santos Olivera presidió la ceremonia de dedicación.

Este es el origen de la celebración de la dedicación de la Catedral como iglesia mayor de toda la diócesis. Esta dedicación tiene sentido cuando hay una comunidad viva que celebra, algo que no cabe duda en la Catedral, por ser iglesia madre de toda la diócesis. Por eso desde el punto de vista litúrgico, en la Catedral se celebra como solemnidad y también como fiesta en todas las parroquias de la diócesis.

La importancia como templo de la Catedral es debida tanto a ser el lugar de reunión de toda la diócesis, en comunión eclesial en torno al obispo, como de ser el lugar en el que se mantiene la comunión con el ministerio petrino. “La Catedral es la Iglesia madre, donde está la catedra del obispo” explica el deán de la Catedral de Granada, D. Eduardo García. “Desde esta sede apostólica cada prelado, como sucesor de los apóstoles, predica el magisterio de la Iglesia en comunión con el obispo de Roma”.

Para simbolizar esta unión con la sucesión apostólica, hay doce cruces grabadas en la girola que rodea el altar mayor. Doce cruces que fueron ungidas con el Santo Crisma y al lado de las cuales se encenderán ese día doce velas que recuerdan esa tradición de unidad con el ministerio apostólico.

SÍMBOLO DE LAS PIEDRAS VIVAS 

El rito de la dedicación de iglesias y de altares es uno de los actos litúrgicos de mayor solemnidad, por ser el lugar en donde la comunidad cristiana se congrega para escuchar la Palabra de Dios, para elevar sus súplicas y alabanzas al Señor y, ante todo, celebrar los Sagrados Misterios.

Se trata de un símbolo peculiar de la Catedral como templo de Dios edificado con piedras vivas. “No tiene la importancia un templo que una persona, por muy importante o artístico que sea el templo”, afirma el maestro de ceremonias del cabildo de la Catedral, D. Manuel García Gálvez. “Debemos remitirnos a las palabras de Jesús a la samaritana, cuando asegura que ‘llegará un día en que me adoren en espíritu y en verdad’”, afirma el maestro de ceremonias del cabildo de la Catedral, D. Manuel García Gálvez. “Todo templo tiene que ser expresión de una comunidad de fe. La connotación de la Catedral es que es expresión de una comunidad de fe, que es la diócesis, en donde están la plenitud de los carismas reunidos en torno al obispo”.

La fiesta de la dedicación de la Catedral tiene por ello esa doble connotación, de unidad entre los fieles de la diócesis y de comunión con el resto de la Iglesia universal, mediante la sucesión apostólica.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social