Fecha de publicación: 17 de abril de 2022

Esta mañana tan espléndida que el Señor nos ha regalado nos ayuda a comprender que sin este día de la Resurrección nunca habría Semana Santa. Y no la habría porque la muerte injusta de un hombre es un hecho que sucede todos los días; todos los días y en todas partes, miles, millones en el mundo entero. Y cuando hay tiempos de guerra, que los hay casi siempre (pero ahora somos más conscientes porque nos pilla más cerca, más nos damos cuenta).

¿Qué hace diferente la muerte de Cristo? Que en la muerte de Cristo todos hemos sido abrazados por Dios. Nuestra humanidad, miserable, pobre, mezquina, pequeña ha sido abrazada por un amor infinito, y ha triunfado sobre la muerte. Si no hubiera triunfado sobre la muerte, no tendríamos ningún derecho a tener una esperanza sólida; o nuestra esperanza sería una creencia inútil en el fondo, banal, vacía, sin contenido, sin fundamento.

Pero Cristo ha vencido a la muerte, y eso hace que, no sólo que la Semana Santa tenga sentido, sino que nuestras vidas tengan sentido; que nuestro amor tenga sentido.

¿De qué nos serviría –grita el Pregón pascual- haber nacido si no hubiéramos sido rescatados? Pero hemos sido rescatados. Cristo ha triunfado sobre la muerte y nosotros le damos gracias y Le pedimos que a la luz de Su Resurrección inunde toda nuestra vida; hoy y todos los días de nuestra vida.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Domingo de Resurrección, 17 de abril de 2022