Nacido en Portugal, pasó a España con ocho años de edad. Combatió como soldado contra los franceses en Fuenterrabía y contra los turcos en Viena. Fue peón en Ceuta y vendedor de libros en Gibraltar y en Granada; aquí, un sermón de S. Juan de Avila lo transformó tan profundamente que, a partir de entonces, se consagró con exclusividad a socorrer a los pobres y enfermos. Despreciado al principio y tenido por loco, su inequívoca caridad le granjeó la comprensión y la admiración de no pocos grandes señores, que le ayudaron a crear un hospital, núcleo primero de la benemérita Orden Hospitalaria. Murió en Granada el 8 de marzo de 1550.