Fecha de publicación: 19 de febrero de 2016

No es momento de mucha palabra, después de toda la mañana. “Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto”. De entrada, da la impresión de que podría contradecir casi todo lo que conté esta mañana (ndr. habla del retiro de Cuaresma que ofreció a los miembros de Comunión y Liberación en Granada). Pero los ejemplos que siguen a esa frase son todo ejemplos de la misericordia infinita de Dios. Por tanto, no es una perfección a la que se nos invita, a la que se nos ordena, que esté en nuestras manos. Nosotros no somos capaces de amar a nuestros enemigos. ¿Qué es lo que se nos pide, presentar en la orbita de Dios? Que el Señor nos introduzca de ese movimiento suyo de amor hacia el hombre que hace posible amar a los enemigos; desear el bien a los que nos desean el mal, y que sea el mismo bien que nosotros hemos recibido. Pero sólo cuando se ha recibido es posible eso. Por tanto, la perfección moral a la que se nos invita no es una perfección que esté en nuestra mano. Se nos invita a acoger el amor de Dios de forma que no nos sea nuestra pequeñez imposible amar como Dios ama.

Estamos hechos para el amor. No nos es posible amar ni siquiera como nosotros queremos amar. Nunca. No hacemos más que aprender y la vida se nos da para aprender a querernos. La vida, el tiempo, es el instrumento de la paciencia de Dios para que podamos ir aprendiendo a querernos. Luego tendremos toda la eternidad. No os creáis que porque uno haya aprendido mucho en esta vida hacemos algo más que rascar la superficie de lo que es el Amor perfecto de Dios. Por lo tanto, estaremos toda la eternidad aprendiendo. Es una preciosidad.

Damos gracias a Dios. La Eucaristía es siempre una acción de gracias. Damos gracias a Dios. El Señor nos ha dado amor en su Hijo, y nos los ha dado en una historia; en una historia que es también el aniversario del fallecimiento de Don Gius. Lo digo con mucha torpeza porque no soy ningún experto en las obras de Don Gius. Sin embargo, hay frases de Don Gius que marcan mi vida; pero yo no podría decir “yo” hoy, ni podría ejercer mi ministerio con la modalidad en que lo he tratado de ofrecer si no fuera por el encuentro con Don Gius, y por el encuentro con aquellas personas que me han hecho paciente el triunfo de Cristo, la verdad de Cristo, la misericordia de Cristo, que han sido educadas por Don Gius.

Pedimos al Señor que crezca en nosotros la experiencia de Cristo; que crezca en nosotros el sentido de pertenencia a la historia de amor que él vivió con nosotros, que la lleve a plenitud, y que podamos, sencillamente, dar gracias todos los días en nuestra vida por esa historia.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

20 de febrero de 2016
Seminario diocesano “San Cecilio” de Granada