Fecha de publicación: 2 de febrero de 2016

Cientos de personas consagradas en Granada renovaron su profesión y pudieron ganar el Jubileo de la Misericordia, en la celebración que nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, presidió en la fiesta de la Presentación del Señor, el martes día 2, y, por ello, Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que, este año, con el lema “La vida consagrada, profecía de la misericordia”, clausura además el Año dedicado a la vida consagrada.

La celebración en el Jubileo de la vida consagrada comenzó en la Plaza de las Pasiegas, donde, ante la puerta santa de la Catedral en este Año de la Misericordia, se congregaron numerosas personas consagradas de distintos carismas, congregaciones y realidades presentes en nuestra Iglesia de Granada, también vírgenes consagradas, de los Institutos Seculares y religiosos de CONFER Granada. Allí, presididos por Mons. Javier Martínez, acompañados de una veintena de sacerdotes diocesanos, se bendijeron las candelas con las que, encendidas, el Pueblo de Dios accedió al interior de la Catedral en procesión por la nave central para participar en la Santa Misa jubilar.

HORIZONTE QUE GUÍA
“El lema de este año, ‘La vida consagrada: profecía de la misericordia’, nos recuerda la vocación que tenemos los consagrados y consagradas de vivir y anunciar el amor misericordioso de Dios a todos los hombres”, explicaron representantes de la vida consagrada, en la monición de entrada en la Santa Misa. “La seducción por Jesús es la experiencia fundante que define toda experiencia cristiana, para los religiosos, religiosas y miembros de Institutos Seculares y vírgenes consagradas, sentirse seducidos por Jesús se convierte en el horizonte que nos guía a través de un compromiso vital, encarnado en nuestro mundo, dentro de la historia concreta de un carisma”, señalaron.

RENOVACIÓN DE LA PROFESIÓN
Durante la celebración eucarística, las personas consagradas de las distintas familias de vida consagrada, vírgenes consagradas, religiosos y de Institutos Seculares, y carismas y realidades en la Iglesia renovaron su profesión: “Porque el Señor me ha seducido y me sigue seduciendo quiero vivir desde Él en la Iglesia y en el mundo para transformar la realidad y anunciar su amor y su salvación desde compromisos y servicios concretos de misericordia, perdón y justicia. Desde el Instituto al que pertenezco quiero renovar mi fidelidad al carisma que lo fecunda. Desde los votos de castidad, pobreza y obediencia quiero enraizarme apasionadamente en la voluntad amorosa de Dios que me llama a la solidaridad y al amor generoso. Desde mi experiencia orante quiero seguir convirtiendo mi corazón al perdón, la justicia, la esperanza y la paz”.

En su homilía, Mons. Martínez explicó la vinculación entre la fiesta de la Presentación del Señor y la luz que nos llega de la Navidad, con la celebración de la Epifanía. “Las candelas unen esta fiesta con la Epifanía; el Dios invisible que al asumir nuestra condición humana se ha hecho luz visible y se ha hecho luz para nosotros y ha iluminado nuestra condición humana y nuestra vida”.

Asimismo, nuestro Arzobispo de Granada señaló que una “súplica sencilla” para renovar la consagración al Señor es “el deseo de que nuestras vidas puedan ser expresión sencilla, humilde, pobre, transparente, no hipócrita, del amor infinito, de la misericordia infinita de Dios. Esa súplica el Señor la escucha seguro. Y el mundo no necesita otra medicina”, explico a las personas consagradas.

“‘Dios te ama, Cristo ha venido por ti’. Que nuestras vidas, transformadas por la misericordia de Dios, puedan decir eso, eso es lo que yo suplico para mí, y con un amor y un afecto grande suplico para todos nosotros”, concluyó Mons. Martínez. (Para leer homilía pinchar aquí)