Este momento llegó precedido de una liturgia de la Palabra celebrada en la Basílica de San Juan de Dios, que también es templo jubilar, y una procesión con la entronización de la Palabra de Dios y el pueblo cristiano que acompañaba, junto al Arzobispo, el clero diocesano y seminaristas.
Tras la apertura de la Puerta Santa, el Arzobispo volvió a elevar la Palabra de Dios entre el pueblo cristiano, que accedió tras el Libro Sagrado al interior de la Catedral para participar en la Eucaristía, la primera de este tiempo jubilar.
A la celebración de apertura del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en la Catedral asistieron cientos de fieles, que ocuparon ampliamente los lugares disponibles en las naves central y laterales, con numerosas personas que, pese a estar en pie, querían participar de este acontecimiento que desde hoy vivirá toda la Iglesia Universal, en comunión todo el pueblo de Dios.
HOMILÍA
“Qué delicia cuanto todos los hermanos están unidos. ‘Alégrate, hija de Sión’, comenzaba la primera lectura de hoy”, fueron las primeras palabras pronunciadas por el Arzobispo en su homilía con la que inauguraba el Jubileo Extraordinario de la Misericordia en la Archidiócesis. En este sentido, Mons. Javier Martínez subrayó que “el Señor viene a nosotros (…) para unirse a nosotros y para transformar nuestras vidas”. “El comienzo del Año de la Misericordia es una provocación a esa transformación, que nos es dada, que nos es ofrecida, que nos viene en Cristo y que el mundo necesita como aire fresco para respirar”, explicó a los fieles.
En su intervención, Mons. Martínez habló de dos categorías que en el mundo de hoy han desaparecido de nuestro vocabulario: la palabra Sacramento y la palabra misericordia. En este sentido, Mons. Martínez recordó que “todos somos miembros dolientes del Cuerpo de Cristo, pero el Señor nos ha rescatado con su misericordia. Por eso, alégrate, disfruta con todas tus fuerzas, hija de Sión”. Asimismo, el Arzobispo de Granada subrayó que Dios viene a cada uno de nosotros y sólo pide que Le abramos las puertas de nuestro corazón, de nuestra humanidad, que le acojamos en nuestra vida y “no le pongamos trabas”, para que convierta nuestro corazón y “que pueda florecer en medio de este mundo una flor de amor, de perdón, de misericordia”.
Desde este enfoque, Mons. Martínez explicó que para ayudarnos a vivir eso es para lo que el Papa Francisco ha convocado el Año de la Misericordia, con el lema “Misericordiosos como el Padre”. Asimismo, nuestro Arzobispo explicó a los fieles qué significa la apertura de la Puerta Santa en este Año de la Misericordia: “Hemos entrado porque era necesario entrar; es decir, hay que salir de nuestro mundo para entrar en el mundo de Dios. Nuestro mundo es el mundo de la justicia, de la acusación, del ‘echar en cara’, del reproche. El mundo de Dios es el mundo del abrazo más fuerte: donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. El abrazo más fuerte que Dios nos da a cada uno, porque quiere, por encima de todo, que participemos de su vida, de su alegría, de su gozo, de la belleza infinita de su amor”.
BENDICIÓN FINAL
Además de la S.A.I Catedral y la Basílica de San Juan de Dios, el resto de templos jubilares en la Archidiócesis también han abierto su Puerta Santa en esta mañana de domingo: Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, Parroquia de la Sagrada Familia, Santuario de la Virgen de la Cabeza en Motril y Santuario del Cristo del Paño, en Moclín.
La Eucaristía de apertura del Año Jubilar concluyó con la bendición del Arzobispo a los fieles y sus familias, y la invitación de Mons. Javier Martínez a los fieles a vivir este tiempo de gracia a través de las obras de misericordia corporales y espirituales, algunas de ellas propuestas por el Arzobispado para la Archidiócesis de Granada, como el llamado “Proyecto Raquel”, de apoyo y compañía a mujeres que han abortado, que se implantará en la Archidiócesis, o la construcción de un pozo de agua en un país con carestía de este bien.