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¿Quiénes Somos?

“Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente
acogida, no pensada en su totalidad, no fielmente vivida.”

La cita está tomada de la carta autógrafa de san Juan Pablo II de 20 de mayo de 1982, por la que se constituía el Consejo Pontificio de la Cultura. Fue publicada en L’Osservatore Romano el 9 de julio de 1982. El Papa repitió esa afirmación muchas veces, una de ellas en su discurso a los hombres de la cultura en la Universidad Complutense de Madrid, durante su primer viaje a
España.

La razón de ser del Centro Cultural se encuentra de manera singular en la carta pastoral del arzobispo emérito de Granada, D. Javier Martínez Fernández, por la que erigió en noviembre de 2005, en la archidiócesis de Granada, el Centro Cultural Nuevo Inicio: Desde sus orígenes, el cristianismo -la experiencia del encuentro con Cristo vivo y resucitado, y de la redención- ha tenido que ver de una manera estrechísima con la cultura, con la creación y la articulación de la cultura. No podía ser de otro modo: si Jesús es el Señor, y si la comunión de la ekklesía es el inicio del Reino de los cielos -es decir, el cumplimiento de todas las promesas que Dios ha hecho al hombre y de todas las esperanzas del corazón humano-, entonces quien se encuentra con Cristo adquiere, en la experiencia misma de ese encuentro y devenir a ser «Iglesia», una certeza que afecta decisivamente a la comprensión de uno mismo y de los demás, de todas las relaciones y de todas las actividades humanas.

Esa certeza afecta decisivamente también a la comprensión y a la configuración del tiempo y del espacio; afecta a la relación con toda la realidad. Y la cultura es precisamente eso: el modo como los hombres -el sujeto de la cultura es siempre una comunidad, un pueblo- comprenden, viven, articulan y expresan en textos de diversas clases (textos escritos, cantados o esculpidos, o textos configurados en la creación de liturgias e instituciones, en la praxis de la vida cotidiana) la experiencia y la comprensión que tienen de la realidad y de su propia relación con la
realidad. Otro nombre para designar la cultura así entendida es la palabra «tradición». Una cultura es siempre una tradición, y una tradición se expresa siempre culturalmente.

Como consecuencia de esta apreciación de la cultura, el Centro Cultural se ocupa de todas aquellas áreas y ámbitos de trabajo que tienen que ver de un modo u otro con la cultura de los hombres, ofreciendo siempre el juicio que aportan en esos ámbitos la tradición y el magisterio de la Iglesia, en un diálogo
intelectualmente serio con otras posiciones culturales. Así, el Centro incluye entre sus preocupaciones en primer lugar, la teología y la filosofía, que constituyen la articulación más consciente y rigurosa de una tradición cultural.

Luego viene el arte en sus múltiples expresiones (literatura, artes plásticas, música, teatro y cine, otras manifestaciones artísticas). Pero la cultura se expresa también en creación y en el desarrollo de instituciones, en la forma en que se articulan las relaciones humanas, el comercio y la vida política y social.

Por eso, el Centro Cultural del Arzobispado se ocupa también de la ética y la política, de la historia y la ciencia, de las llamadas «ciencias humanas», y considera entre sus temas de reflexión y debate tanto el cuerpo humano y el mundo físico, como la realidad del matrimonio y la familia, el mundo del trabajo
y el mercado, etc. «Experta en humanidad», a la Iglesia no le es ajeno nada que sea verdaderamente humano.

El Papa Francisco, en su homilía del Jubileo de los artistas y del mundo de la cultura, el 16 de febrero de 2025, decía: “(…) Ustedes, artistas y personas de cultura, están llamados a ser testigos de la visión revolucionaria de las Bienaventuranzas. Su misión no sólo es crear belleza, sino revelar la verdad, la
bondad y la belleza escondidas en los pliegues de la historia, de dar voz a quien no tiene voz, de transformar el dolor en esperanza (…). Alguno podría decir: Pero ¿para qué sirve el arte en un mundo herido? ¿No hay quizá cosas más
urgentes, más concretas, más necesarias?

El arte no es un lujo, sino una necesidad del espíritu. No es huida, sino responsabilidad, invitación a la acción, llamada, grito. Educar en la belleza significa educar en la esperanza. Y la esperanza nunca está separada del drama de la existencia; atraviesa la lucha cotidiana, las fatigas de la vida, los desafíos de nuestro tiempo”.

Nuestra Sede

La sede del centro cultural se sitúa en el edificio de la Curia Metropolitana de Granada, en la plaza Alonso Cano.

“Aún no se habían apagado en Granada los ecos de la memorable visita de san Juan Pablo II, cuando un desafortunado incendio dañó muy seriamente los dos edificios de la Curia Metropolitana y de la residencia del arzobispo. Era la noche del 30 al 31 de diciembre de 1982. Veintitrés años después, tras una larga
restauración, gracias al esfuerzo sostenido de la Archidiócesis, y también a la cooperación generosa de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, la comunidad cristiana recuperó los dos edificios para su uso propio y tradicional.

Con la reapertura de la Curia, este bello inmueble renacentista recobró nueva vida, de acuerdo con las circunstancias pastorales y culturales de hoy, al servicio de la misión de la Iglesia granadina, también en relación con la cultura.

El edificio es uno de los más clásicos de nuestra ciudad. Fue sede de la Universidad, fundada en 1531 por iniciativa del emperador Carlos V, mediante una bula del papa Clemente VII. También acogió el Colegio de la Santa Cruz. Junto a ellos ocupaban lo que hoy es la plaza de las Pasiegas los Colegios de San Miguel y de Santa Catalina. Todo el conjunto nació mirando a la evangelización de los cristianos nuevos y a la formación de los sacerdotes, a impulsos, sobre todo, del arzobispo Gaspar de Ávalos (1529-1542) que dedicó a estos proyectos grandes esfuerzos. Cuando el arzobispo fue destinado luego a
Santiago, recomendó el seguimiento de sus iniciativas a sus sucesores.

Las culminó el arzobispo Pedro Guerrero, que presidió la Archidiócesis de Granada de 1546 a 1576. Al ser expulsados los Padres Jesuitas en 1767, el arzobispo Pedro Antonio Barroeta pidió el traslado de la universidad y los colegios al edificio del Colegio de la Compañía, y dos años después instaló la Curia en la sede de la antigua Universidad. Desde entonces, durante más de dos centurias ya, ha acogido los diversos organismos pastorales de la archidiócesis de Granada”.

El edificio de la Curia Metropolitana, recuperado para sede de ésta y también del Centro Cultural de la Archidiócesis de Granada, es legatario de un glorioso pasado, que hunde sus raíces en la primera Universidad de Granada. Porque la
vocación de la Iglesia pasa inevitablemente por alumbrar el mundo de la cultura: anunciando a Cristo, y testimoniando de todos los modos posibles su significado para la vida de los hombres, la Iglesia hace el mejor servicio posible
a la sociedad.

En este hermoso edificio disponemos de un salón de actos y una sala de exposiciones donde llevamos a cabo la mayor parte de nuestras actividades, aunque en ocasiones puntuales, con motivo de la colaboración con otras instituciones, realizamos las actividades en otros espacios.

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