El 12 de noviembre se celebra la festividad de san Josafat Kuncewicz, obispo y mártir.
Nacido en una familia de fervientes ortodoxos, de muy joven Josafat fue enviado a Vilna para aprender a ejercitar el oficio del comercio y allí advirtió de muy cerca los contrastes doctrinales entre los ortodoxos católicos Rutenos que se habían unido a la Iglesia católica (uniatas) y los ortodoxos que no aceptaban tal unificación con la Iglesia latina. Después de una profunda reflexión, decidió unirse a los greco-católicos. Luego se retiró al monasterio basiliano de la Santísima Trinidad y allí vivió como ermitaño durante varios años, durante los cuales reforzó sus convicciones teológicas, expresadas también en algunas obras escritas en las que intentó demostrar el origen católico de la Iglesia Rutena y su primitiva comunión con la Santa Sede. Con sus escritos también exhortó a realizar la reforma de los monasterios de rito bizantino y a reafirmar el celibato del clero.
Cuando Josafat estudió las doctrinas de los Padres de la Iglesia, se quedó fascinado por ellos. Al profundizar en la tradición de los Padres, advirtió claramente cómo ellos habían sido fieles depositarios y transmisores de las verdades reveladas, y cuanto fuera necesario recomenzar a recordar sus enseñanzas. Estaba muy convencido de ello. Reconoció igualmente que el pensamiento de los Padres de la Iglesia Oriental en ningún modo había socavado la unidad de la Iglesia Católica, al contrario, se dio cuenta que la unidad y la pluralidad universal tienen en sí mismas una tal belleza espiritual, que no pueden dejar de estar siempre unidas.
Josafat orientó su ministerio basado en la convicción de que era posible la unidad en la diversidad: primero como monje y fundador de los monasterios de Byten y Zyrowice, luego como obispo de Vitebsk y coadjutor de Polotsk, de la que se convirtió en arzobispo en 1618. Y fue precisamente por su apertura a la pluralidad de expresiones de la fe que respetaban siempre la unidad de la única fe, que sus detractores comenzaron a acusarlo de ser un proselitista “secuestrador y ladrón de las almas” de la Iglesia Ortodoxa.