El 23 de septiembre se celebra la festividad de san Pio da Pietrelcina, sacerdote.
Nace en una familia de campesinos y desde niño tiene el deseo de “hacerse hermano”. A los 16 años entra en el noviciado, en la Orden de los hermanos Menores Capuchinos de Morcone y elige el nombre de Fray Pío. En 1910 recibe la ordenación sacerdotal. Seis años después entra en el convento de Santa María de las Gracias de San Giovanni Rotondo. Dedica muchas horas de la jornada al sacramento de la Confesión. El culmen de su compromiso apostólico es la celebración de la Santa Misa. Él se define como “un pobre hermano que reza”.
En 1948, confiesa a un joven sacerdote polaco, Karol Wojtyla, que treinta años más tarde será elegido como sucesor de Pedro con el nombre de Juan Pablo II. “En el humilde fraile ─subraya el Pontífice en 1999 durante el rito de beatificación del Padre Pío─ se descubría la imagen de Cristo sufriente y resucitado”. “Su cuerpo, marcado por los “estigmas”, mostraba la íntima conexión entre la muerte y la resurrección”. “No menos dolorosas, y humanamente tal vez aún más duras ─recuerda el Papa en la homilía─, fueron las pruebas que tuvo que soportar […] como consecuencia de sus singulares carismas”.
La vida del Padre Pío es también el reflejo de un empeño incesante por aliviar el dolor y la miseria de tantas familias. En 1956 fue inaugurada la “Casa Alivio del Sufrimiento”, un centro hospitalario a la vanguardia. Es “la pupila de mis ojos” y durante el discurso de inauguración añade: “esta es la criatura que la Providencia, gracias a vuestra ayuda, ha creado, os la presento. Admiradla, y bendecid conmigo al Señor Nuestro Dios. Ha sido depositada sobre la tierra una semilla que Él calentará con sus rayos de amor”.
El Padre Pío muere la noche del 23 de septiembre de 1968, a la edad de 81 años. El 16 de junio de 2002 fue proclamado santo por el Papa Juan Pablo II.