La Casa de espiritualidad Seminario Sierra Nevada – Hotel del Duque está disponible para grupos y particulares en el tiempo de verano.
Cuando el 20 de marzo de 1925 comenzó a funcionar el Hotel del Duque, su impulsor y constructor -Julio Quesada Cañaveral y Piédrola, Duque de San Pedro de Galatino- vio satisfecho uno de sus grandes anhelos: construir un hotel en medio del paraje de Sierra Nevada. Y con el fin de facilitar su acceso, dada la dificultad del enclave en el que se ubica, construyó un tranvía con una estación en Maitena, cercana al pueblo de Guéjar Sierra, que dejó de funcionar en 1974.
El Hotel del Duque, hoy llamado Casa de espiritualidad Seminario Sierra Nevada, es lugar de historia de vida granadina, que, a partir de 1936, cuando fue donado al Arzobispado, ha visto pasar por allí a muchas personas. La belleza de su entorno nos conduce por un sendero de contemplación hacia el diálogo con Dios en la oración. Y su silencio y naturaleza, especialmente agradecida en los calurosos meses de verano, acompañan a cuantos allí acuden.
Desde su donación al Arzobispado, el lugar se convirtió en Seminario de verano para la formación de los futuros sacerdotes. Su reforma y mejor acondicionamiento hace casi veinte años, abrió aún más las puertas del lugar a todos aquellos que hoy desean sentir el descanso que se siente alejados de las prisas que el tipo de vida hoy se impone.
La inscripción en el pórtico de la Casa -“Ave María”- y sus capillas -una dentro de la Casa y otra en el exterior- dan cuenta del lugar en el que nos encontramos. Por eso, hoy en día, la Casa de espiritualidad Seminario Sierra Nevada -recordando así la finalidad para el que está destinada desde que fuera donado por el Duque- acoge, entre otros encuentros, retiros, ejercicios espirituales y convivencias. Y con la posibilidad de hacer rutas de senderismo.
“BUSCÁBAMOS UN LUGAR DE ORACIÓN Y DESCANSO”
María Angustias Reyes y su hermana Pepita son dos de las personas que han disfrutado de sus estancias, entre las que se encuentran también una “casita”, que hoy se utiliza cuando se supera el aforo disponible.
“Buscábamos un tiempo de oración, de descanso, de contacto con la naturaleza. Lo conocimos por medio de D. José Montero Vives, que era el director del Colegio Ave María, que pasó allí unos días preparando unas conferencias. Hablando con él, con el que teníamos mucha confianza y relación, le dijimos si conocía algún sitio, para este tiempo de oración y descanso. Nos dijo ‘sí, el Hotel del Duque’”, explica María Angustias.
“Nos gustó tanto que después seguimos”, acudiendo allí cada verano durante 14 años. “Hemos tenido mucho tiempo de descanso, de oración, de convivencia con todos los grupos. Hemos participado en ejercicios espirituales, excursiones, senderismo. Hemos compaginado la vida espiritual con el contacto con la naturaleza, tiempo para leer. El tiempo que estábamos allí era una riqueza enorme”, comenta.
“Lo aconsejamos mucho porque, además, hemos estado desde el punto de vista de estancia muy bien, la comida muy buena, un buen servicio, una estancia muy agradable en todos los sentidos. Lo recomendamos mucho”, sentencia María Angustias, asintiendo al mismo tiempo su hermana Pepita, sobre este lugar.
“PARAÍSO TERRENAL”
Antonio Ubago aún recuerda el momento en que conoció el Hotel del Duque, con unos 10 años, durante una excursión para asar castañas y “el obligado Seminario de verano las semanas de rigor”, siendo seminarista menor.
Para Ubago, el Hotel del Duque se constituyó desde su infancia y juventud en “un paraíso terrenal no perdido”, dejando un “recuerdo extremadamente grato, sublime e imperecedero que he procurado seguir avivando porque no he dejado de visitarlo y continúo haciéndolo, con la frecuencia posible, con compañeros exseminaristas, de trabajo, amigos o alumnos”.
“Formación religiosa, actos culturales y literarios, idiomas, la subida a alguna alta cumbre, próximas excursiones, los paseos de la tarde oyendo de lejos la música clásica de aquel altavoz destartalado colocado en la terraza del Hotel. Y por la noche, las películas de `El Gordo y el Flaco´… Los cantos populares de los cuadernos del Seminario de Logroño. Y, sobre todo, bromas, risas y travesuras”, recuerda Ubago del tiempo vivido hace décadas.
Hoy, la Casa de espiritualidad Seminario Sierra Nevada abre cada temporada de verano sus puertas, con el deseo para todos -grupos y particulares- de experimentar lo que nuestros antecesores han vivido durante décadas en un entorno que nos pone en diálogo con el Misterio, para escuchar lo que Dios quiere decirnos para nuestra vida y una vida cumplida en Él.
Paqui Pallarés
Publicado en el Semanario Fiesta
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