Entrevista al sacerdote estadounidense D. Daniel Ketter, que ha estado un año sabático en nuestra Diócesis para aprender el idioma y conocer la vida de fe y parroquial granadina. Ahora, lleva a su Diócesis de Atlanta la propuesta para implantar Proyecto Amor Conyugal por primera vez en Estados Unidos.
Cada siete años la Diócesis de Atlanta permite a sus sacerdotes tomarse un año sábado, es decir, un año para parar en sus tareas cotidianas y marcharse a otro lugar y “experimentar un tiempo de renovación personal, espiritual, intelectual y pastoral”. Este fue también el motivo que trajo al sacerdote americano de esta diócesis D. Daniel Ketter hasta Granada, donde ha conocido la vida cristiana y el idioma.
Su elección de Granada, nace de su amistad con los sacerdotes diocesanos D. Ildefonso Fernández-Fígares y D. David Alcalde, cuando estudiaron en Estados Unidos sus últimos años de seminario y su formación de doctorado, enviados por el arzobispo emérito D. Javier Martínez. D. Daniel se ordenó en 2008 y es la primera vez que ha experimentado este año sabático, para el cual cruzó el Atlántico hasta nuestra tierra. A su regreso, retomará su tarea pastoral en el Tribunal Eclesiástico, donde es vicario judicial.
— En Granada, dónde ha estado pastoralmente.
Vivía en la Casa sacerdotal, en la Plaza de Gracia. Mi primer contacto con la vida parroquial en Granada fue con esta parroquia. Principalmente, mi experiencia con la vida parroquial fue en Virgen de Gracia. Pero también he tenido la oportunidad ir y conocer y celebrar misas, por ejemplo, Santa María Magdalena, en San Ildefonso, Sagrario, Catedral, Nuestra Señora de las Angustias.
— De la Iglesia en Granada, ¿qué le ha llamado más la atención?
Llamó mi atención, y creo que es lo mismo para cualquier americano que viene a España, es la piedad popular que existe en Granada. La devoción de la gente, varias advocaciones de la Virgen y, sobre todo, las procesiones que salen en Semana Santa y también en otros momentos del año que salen, por ejemplo, la procesión de la Virgen de las Angustias o el Corpus Christi. Esta devoción popular destaca mucho para mí en Granada con respecto a la vida eclesial.
— Tras este año en Granada, cuál es su experiencia y cómo se siente.
Hay muchos hispanohablantes en mi diócesis y casi la mitad de nuestra diócesis es hispanohablante. Por eso, yo ahora entiendo mejor la conexión histórica y espiritual entre España y Latinoamérica. Por eso, tengo un mejor entendimiento de la historia de estos países, de su fe. También vuelvo con un mejor dominio del idioma, por eso puedo estar más metido en la comunidad hispanohablante en mi diócesis. Fuera de mi presencia en la vida parroquial, también tuve oportunidad de tener contacto con otros movimientos o grupos en la vida eclesial, sobre todo con Proyecto Amor Conyugal. Asistí y participé en un retiro en noviembre, en marzo y en junio. Tengo ganas de explorar la posibilidad de traer este programa a Estados Unidos. Porque todavía no existe en Estados Unidos. Es un programa muy poderoso e impactante, que puede ayudar mucho a los matrimonios. Está difundido por toda España y otros países, pero todavía no ha llegado a Estados Unidos. Hablé sobre la posibilidad de traer este programa. Voy a hablar con varias personas de mi diócesis para empezar este proceso y ver si es la voluntad de Dios que este programa empieza en mi país.
— Qué tarea tiene a su regreso en su diócesis.
En mi diócesis soy el vicario judicial en el Tribunal Eclesiástico. Vuelvo a mi ministerio en el Tribunal. Además, no tengo mi propia parroquia, pero ayudo mucho a varias parroquias de todas partes de mi diócesis.
— ¿Cómo es su diócesis en Atlanta?
Es una diócesis relativamente joven, lleva poco más de 60 años como Archidiócesis. Es una diócesis que está creciendo rápidamente, por migración del norte de Estados Unidos, que se está mudando al sur, porque tiene muy buen tiempo y la economía es buena. Y mucha gente que viene de México. Esto da a nuestra diócesis mucha vitalidad, porque estamos edificando parroquias y colegios, y otras instituciones para servir a esta población que está creciendo.
— Cómo descubrió su vocación sacerdotal. Y qué significa para usted.
Mi vocación sacerdotal es una bendición. Es una bendición servir a la Iglesia, servir a la gente, tener un papel muy importante en las vidas de los feligreses de nuestra Iglesia y parroquias. Es una maravilla y un gran privilegio. Un privilegio que yo no merecí. Ningún sacerdote merece esta vocación: es un regalo, esta relación misteriosa de Dios. Estoy contento y agradecido al Señor. Me encanta que, en la Iglesia Católica, que es universal, que extiende a todo el mundo, un sacerdote como yo, un americano, puede pasar un año en España y rápidamente meterme en la vida eclesial porque es la misma fe. Y esto es una maravilla, es un gran regalo que tenemos como miembros de la Iglesia católica.
Paqui Pallarés