El 21 de mayo se celebra la festividad de los santos Cristóbal Magallanes y compañeros mártires en México.
Los primeros años del siglo XX fueron años muy difíciles para la Iglesia mexicana. En 1917 el Presidente Venustiano Carranza, apoyó la entrada en vigor de una nueva Constitución inspirada en principios anticlericales. Los obispos se opusieron inmediatamente, pero sólo lograron causar una reacción mas fuerte y violenta por parte del gobierno.
El 31 de julio de 1926, por primera vez en 400 años, se suspendió el culto público en todas las iglesias del país y el clero católico comenzó a ser humillado. Los laicos mexicanos se organizaron en una formación llamada Liga para la Defensa de la Libertad Religiosa; pidieron el apoyo de los sacerdotes, pero ellos prefirieron una solución pacífica. Pronto la situación degeneró y se produjo la lucha armada.
Cristóbal nació en Totiche, cerca de Guadalajara, en 1869, en una familia de campesinos en la que aprendió a invocar al Sagrado Corazón de Jesús y a Nuestra Señora del Rosario. Ingresó al seminario y en 1888 fue ordenado sacerdote. Fue párroco de su pueblo natal; abrió una misión en Azqueltán, entre los indígenas huicholes con el fin de evangelizar; fundó varias escuelas, un hospicio para huérfanos y una casa de reposo para ancianos. Firme en su devoción a María, quiso difundir la oración del Rosario, pero también predicó el desprendimiento de los bienes materiales y trabajó para mejorar el nivel de vida de sus conciudadanos. Pero fueron las vocaciones sacerdotales a las que dedicó sustancialmente su predicación: cuando fue cerrado el seminario de Guadalajara, fundó un pequeño seminario en su parroquia para la preparación de los futuros sacerdotes.
Rechazó categóricamente el uso de la violencia, recordando que ni Jesús ni los Apóstoles habían recurrido a ella. La única arma de la Iglesia era la Palabra de Dios: Cristóbal estaba convencido de ello y lo escribió también en un artículo en el periódico. Pero no abandonó a su pueblo. Por esta razón, en la madrugada del 21 de mayo de 1927 fue detenido por el ejército federal, acusado de apoyar la rebelión, pero en realidad fue condenado a muerte por el solo hecho de ser sacerdote. Cuatro días después fue fusilado en Colotlán, junto con 24 compañeros