Evangelio de hoy, lunes 11 de marzo de 2024.
– Sal 29.
– Jn 4, 43-54.
Después de dos días, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado: “Un profeta no es estimado en su propia patria”. Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: “Si no veis signos y prodigios, no creéis”. El funcionario insiste: “Señor, baja antes de que se muera mi niño”. Jesús le contesta: “Anda, tu hijo vive”.
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: “Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre”. El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y creyó él con toda su familia.
Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.